Septiembre bloqueado
Hemos repetido infinidad de veces que los permanentes bloqueos de caminos están perjudicando gravemente a la economía del país, y, en especial, a la de Santa Cruz. Durante todo el año hemos sufrido de bloqueos esporádicos en un lado u otro del departamento, pero, sobre todo, en la vital carretera hacia Cochabamba, por la que sacamos nuestros productos al altiplano y a ultramar. Las columnas de camiones cargados con nuestra producción son interminables, como en tiempos de guerra, cuando las rutas están ocupadas por soldados del enemigo y se debe de esperar a que permitan circular cuando reciban órdenes o les produzca lástima.
Ya no importa el mes que sea, ni si es temporada de seca o de aguas, eso no está en las cabecitas termocéfalas de los bloqueadores. Pero que, justamente en septiembre, mes emblemático para los cruceños, no exista ni un solo día de tregua, ya es mucha dosis. Justamente, cuando estamos a punto de inaugurar la Feria Exposición —nuestro esfuerzo y nuestro orgullo— hay que rogar a una punta de sinvergüenzas para que tengan la bondad de dar un “cuarto intermedio”, de una o dos horas diarias, para que algunos vehículos puedan pasar el bloqueo, precipitadamente, rumbo a su destino.
Esto de que cada día nos enteremos que se han armado parapetos en nuestras carreteras al Beni, Cochabamba o al Brasil, tiene que preocuparnos a los cruceños. Está muy bien que lleguen hasta nuestra ciudad y nuestros campos gente de trabajo, como fue hasta hace algunas décadas. Collas, menonitas, argentinos, brasileños, japoneses, fueron bienvenidos si venían a producir para engrandecer a la región. Y así fue durante muchísimos años. Pero a los prepotentes, insuflados de poder, que vienen a avasallar tierras, a bloquear caminos, e ideologizar a niños y jóvenes, hay que detenerlos de alguna manera.
Santa Cruz es tierra de progreso, de sacrificio, tierra de trabajo bien remunerado y hasta lugar de esparcimiento para muchos. Pero se la tiene que respetar en sus costumbres centenarias. Esto lo repetimos siempre, aunque sin lograr ningún efecto. No hay necesidad de ningún tipo de presión; los cruceños adoptamos las costumbres de quienes llegan hasta nuestros umbrales, porque ese es nuestro carácter y somos parte de Bolivia.
Nuestra tradicional gastronomía camba, que amamos, la variamos con los platos andinos que se van convirtiendo en alimento de nuestra dieta cotidiana. Observamos cómo gusta el folklore colla y cómo se lo baila. Y eso es natural porque nuestro departamento ha abierto sus puertas a todos y porque hay muchos cruceños, miles y miles, que aman la tierra donde han nacido, aunque sus padres no sean oriundos de Santa Cruz. Son bolivianos y punto.
Ahora bien, que Santa Cruz sea considerada como una zona de ocupación, es otra cosa. Que nuestra región se convierta en lo que era el antiguo Territorio Nacional de Colonias, que tuvo que ser defendido a bala de los filibusteros brasileños, con el coraje y el dinero del gran cruceño que fue don Nicolás Suárez, maltratado y desconocido en Bolivia, existe mucho trecho. Si el Gobierno del MAS piensa que Santa Cruz va a ser colonizado como están logrando hacerlo con Pando, se equivocan. Aquí no nos van a colonizar porque tenemos la suficiente fuerza como para detener cualquier aventura de esa naturaleza.
Unámonos entre bolivianos, pero sin traicionarnos. Vivamos en paz y cordialmente, pero no se pasen de la medida ocupando campos que no les pertenecen ni impidiendo el libre tránsito de nuestra gente y de nuestro comercio. No estiren el lazo hasta soltarlo. No aspiren a tener como gobernador de Santa Cruz a Edgar Montaño o a Reynaldo Ezequiel, porque no va a poder ser.
Lamentablemente nada se puede pedir a este Gobierno para que deje expeditas las carreteras. No piensan tener ni un solo enfrentamiento con los bloqueadores porque los quieren de su lado y están en pugna con Evo Morales (el gran bloqueador) cuando ya se está hablando de elecciones y de candidatos. Los que bloquean se dan perfecta cuenta de que están ante un Gobierno inepto y cobarde, que jamás va a levantar la mano contra ellos. Pero, además, saben que están frente a una gobernación —la cruceña— que no tiene el poder para despejar ni un camino secundario, simplemente porque no tiene cómo hacerlo. Una gobernación que no cuenta con el apoyo —menos con la obediencia —de la Policía Boliviana está castrada, no puede poner orden. Santa Cruz tiene un gobernador, elegido por voto popular, que está secuestrado y preso en Chonchocoro, y eso, además de humillante, nos hace ver que los cruceños no estamos en capacidad de reaccionar para abrirnos paso y salir al mundo sin pedir permiso.
Así, con esos abusos inaceptables, llegamos a nuestra gran fiesta departamental, siendo artífices del mayor desarrollo del país, de las mayores exportaciones, de la región de mayor generación de empleo, pero, ni siquiera, con la seguridad de poder exponer el fruto de nuestro esfuerzo en la Fexpocruz, amenazada por quienes tienen a los celadores en posesión de la llave de nuestra puerta.
Columnas de MANFREDO KEMPFF SUÁREZ