Amuletos de amor
“Oh, amor poderoso, que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia”. Cuánta razón tenía Shakespeare al describir las bajas pasiones, cuando el amor sucumbe entre los mortales. En su Romeo y Julieta, tres muertos y dos familias divididas. Quinientos años después, la tragedia se mantiene, y la víctima es la naturaleza.
Empecemos con los ciudadanos chinos que creen que los colmillos de jaguar les ayudan con sus dotes eróticas. Hoy Bolivia es tierra de una feroz cacería de jaguares gracias a esta “bestialidad shakesperiana”, pero es sólo el inicio. “Junta al ser amado”, “Volverá a ti de rodillas”, “Amarre del amor” son mensajes embusteros, y ojo que, desde hace un tiempo, estos nefastos “brujos del amor” usan picaflores como amuletos para cumplir tales promesas. La lista suma y sigue: gatos negros en octubre, perros para iniciar una construcción, sapos licuados para la salud y la clásica “mesa” con fetos de llama. Sólo por curiosidad, pregunta cómo consiguen el feto de llama. Sí, agarrando a patadas a la mamá llama para que tenga un aborto “espontáneo”.
¿Qué clase de desquiciada sociedad hace algo así? Sobre todo, en nombre del amor, el progreso y el bienestar ¿Qué clase de sociedad enferma termina contaminando el aire 364 días al año, y se siente alegre por tener un día de descanso y llamarlo “del peatón”? Ojalá los colegios, así como son buenos para el desfile y la hora cívica, también lleven a sus estudiantes a visitar el Parque Agroflori, y vean zorros sin cola, porque hay la creencia de que su cola da virilidad, que vean loros sin pico, halcones sin alas, animales que fueron comprados como “mascotitas” hasta que la “bendi” (ción) se aburrió y terminaron abandonados, animales encontrados en maletas rumbo a otro país y que fueron “decomisados”, o animales extirpados de su hábitat por tener el único pecado que este mundo puede tolerar: ser lindos, tener hermosas plumas, tener eso que el ser humano no puede tener: una belleza exótica que se debe poseer.
Es curioso. Pues este 27 de septiembre se celebra el Día Mundial del Turismo y, como siempre, Bolivia hace esfuerzos inmensos para remarcar una frase absurda: “patrimonio intangible”. ¿No será mejor proteger lo tangible? ¿Seguiremos mostrando “lo lindo que es nuestro país” con ríos llenos de mercurio y miles de hectáreas de bosques deforestados, seguiremos jugando al placebo de Instagram de viajar tres horas a Mizque para tomarnos una foto en un camino de pinos? O seremos sensatos y plantaremos ese mismo bosque aquí, en la plaza, en la universidad, en las avenidas.
Así, la próxima vez que escuches que alguien “atrae al ser amado con una pócima”, descubre que el amor no es destruir ni usar el sufrimiento animal para tu egoísmo, sino crear desde adentro una mirada más amplia de la vida.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER