Una noticia cachonda
Ya había decidido no escribir sobre asuntos ingratos, sobre la chusma bloqueadora y avasalladora que nos abruma, por ejemplo. Quería disfrutar un poco de esta mi columna y causar disfrute a quienes tienen la bondad de leerme. Sin embargo, si en el mismo día de la efeméride libertaria de Santa Cruz, como un reto burlesco, Evo Morales tiene la peregrina idea de anunciar su candidatura a la presidencia de la república, no queda otra solución que escribir lamentos un tanto jocosos, con sólo recordar todos los males que nos dejó ese funesto personaje. ¿Lloramos o reímos?
Conociéndolo como lo conocemos, sabíamos que el hombrecito no se iba a quedar en paz, esperando que un congreso o asamblea del MAS lo proclame como candidato. Es que ya se da cuenta de que en el MAS-IPSP él huele a difunto. Con la caída vertical en su popularidad ante el presidente Arce —su “cajero” como lo llama con desprecio—, no le quedó otra salida que proclamarse él mismo. No sabemos qué dirá el Órgano Electoral, siempre tímido y vacilante, ante tan osada y desesperada maniobra. El asunto, tal vez, sea lanzar un globo de ensayo, pero a ese globo hay que pincharlo a tiempo para que reviente con estruendo en el aire.
Yo salía de la política cuando Evo Morales subía como la espuma en popularidad. Pero estuve como ministro en el larguísimo bloqueo de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, en la llamada Guerra del Agua, en el asesinato de los Andrade, de los caza-bobos para los soldados en el Chapare, y de su discurso anticapitalista. Luego me asombré de su rotundo triunfo electoral el 2005 y me dije, que, probablemente, este era el individuo que Bolivia merecía, aunque nunca imaginé que fuera una solución, por su incultura y por quienes lo inducían en sus planes. Pero como en Bolivia antes habían existido mandatarios que apenas sabían leer, me dije, con pena, que nada nuevo estaba sucediendo, al fin de cuentas; que duraría cuatro años y lo tendríamos que soportar.
Pues S.E. (así lo llamé siempre) no sólo ganó en 2005, sino que también en 2009. Ahí debió detenerse su ambición presidencial según decía la Constitución, porque había enterado dos períodos. Mas, como hubo una nueva Constitución en 2009, los masistas cuerudos salieron con el cuento de que había una nueva Bolivia y que, por tanto S.E. estaba habilitado para postularse una vez más en 2014, porque en el período 2005-2009 no valía, ya que Bolivia era entonces República y ahora Estado Plurinacional.
Sin embargo, el deleite por el poder, con todo el dinero que rendía el gas, hizo que quisiera candidatear también en 2019. Eso ya fue escandaloso; la ciudadanía protestó. Entonces él llamó a un referéndum para que el “pueblo” —siempre el “pueblo”, del que todos se adueñan— decidiera si aceptaba una candidatura más, lo que ya era groseramente inconstitucional. Se produjo el referéndum del 21 de febrero del 2017 (21-F) y el “pueblo”, dijo NO a la prórroga de Morales. S.E quedó anonadado, petrificado.
Pero durante unos meses, entre sus hábiles leguleyos incrustados en el podrido Órgano Judicial y en el Tribunal Constitucional, concluyeron en que la re-re-elección de S.E. era un “derecho humano”. ¡Pobrecito! Recurrieron a letrados alcahuetes de todas las latitudes y ratificaron que Evo Morales podía volver a candidatear. Es decir que la letra de la Constitución se volvía a atropellar, porque el infeliz presidente de Bolivia estaba siendo violado en sus derechos humanos. ¡La hostia!
Fue así que se llegó a las elecciones de 2019, donde Morales, además de violentar todo lo que era posible, hizo fraude. Descubierta la trampa anuló las elecciones y ofreció nuevos comicios prometiendo que él no sería candidato. Pero ya era tarde. Hacer pillerías en las urnas después de una cuarta candidatura, convenció a la ciudadanía de que había sido un candidato fraudulento también en 2009 y 2014. ¿Por qué no, si se continuaba con el mismo padrón enmugrecido? ¿Si las maquinistas electrónicas venían desde Venezuela? La OEA lo había pillado in fraganti y los votantes también. El macho del Chapare, depredador de púberes, tuvo que renunciar y huir. ¿Qué mejor prueba de culpabilidad que esa?
Hoy está en prisión la expresidente beniana, Jeanine Áñez, y secuestrado en el infame recinto de Chonchocoro el gobernador cruceño Luis Fernando Camacho. ¿Tienen algo contra los cambas los masistas? Ninguno de ellos ha atropellado la Constitución, pese a lo que dicen los gurúes y politólogos cocaleros. Áñez ha actuado de acuerdo a la ley de sucesión constitucional y Camacho respondiendo valientemente a un clamor popular contra el fraude. Jeanine y Luis Fernando son la fiel representación del abuso nacional contra el oriente.
Áñez y Camacho tendrían que estar libres, Jeanine haciendo política, si quisiera, y Luis Fernando gobernando Santa Cruz fiel al mandato masivo de los cruceños. Pero ella y él están en una celda paceña cada uno, padeciendo la humillación más grande, con el olvido de muchos de sus amigos y colaboradores; mientras que el bellaco mayor, el pícaro por antonomasia, el fracasado como mandatario, el ignorante entre los ignorantes, el dilapidador de la riqueza nacional, el que entrampó a la democracia, libre como un ave, quiere volver al poder. Anuncia que volverá a ser candidato, por quinta vez, cuando debería estar entre rejas.
Sólo en Bolivia se pueden ver estas cosas y ya está bueno que dejemos de ser los bolivianos imbéciles. Ya nos creen idiotas en el extranjero y con razón, pero, por lo menos, disimulemos un poco nuestra estupidez y miremos esta candidatura de Morales como algo festivo. Como algo cómico, para no agriarnos.
Columnas de MANFREDO KEMPFF SUÁREZ