Hacia la calidad de vida urbana en Cochabamba
Cochabamba es una ciudad compacta y caótica, donde ya es posible observar un creciente avance demográfico, y, por ende, continuas expansiones físicas y funcionales (especialmente en zonas periféricas y marginales), evidenciando la necesidad de repensar su comportamiento urbano y sus condiciones de habitabilidad, que evalúen la calidad de vida de los ciudadanos y, en función de los resultados emergentes, establecer políticas públicas para su mejoramiento.
La calidad de vida se mide por la percepción del grado de satisfacción y bienestar integral —individual y colectivo de los habitantes—, de múltiples variables que surgen de las propias necesidades objetivas y subjetivas de la cotidianidad; partiendo del lugar donde viven con la oferta de valores y características culturales, como elementos versátiles que requieren equilibrarse con la realización de sus objetivos, sus demandas, sus aspiraciones y su realidad, en una perspectiva temporal y espacial.
Es fácil verificar que esta situación absolutamente heterogénea, destaca una marcada diferencia en la complacencia de los derechos ciudadanos, según el lugar que optaron para residir y desenvolverse; lo cual ya define la segregación a las que somete la ciudad a sus diversos habitantes.
La evaluación de las condiciones de bienestar no solo corresponde al Índice de Desarrollo Humano o al Coeficiente de Gini, sino a otros factores menores —que pueden contribuir a los primeros— que, además de ser atendidos multidimensionalmente, dan cuenta de los efectos que produce el crecimiento poblacional y los procesos expansivos del territorio.
En este sentido, surge el imperativo de impulsar la construcción de una base de datos con fuentes válidas, confiables y oportunas, que aprecie la actual conducta urbana y posibilite el establecimiento de factores imprescindibles de ser mensurados para procesar el estado de la práctica urbana en Cochabamba.
Parámetros vinculados con el desarrollo urbano, medio ambiente, movilidad, infraestructura vial, espacios públicos, zonas verdes, servicios básicos, el confort y la habitabilidad, permitirán primero analizar las causas de la problemática y posteriormente encarar su rehabilitación a partir de proponer aciertos sociourbanos. El objetivo en la evaluación es tratar de acercar el manejo de los diversos espacios a una homogeneidad que repercuta en la cohesión y la justicia social.
El fin último del análisis de la conducta urbana debe concluir en la elaboración de lineamientos y acciones estratégicas que apunten a revertir las efectivas formas de vida de una población carente de oportunidades y que visibiliza escenarios de discriminación e insuficiencia en el acceso al derecho a la ciudad.
Será importante, por tanto, detectar el grado de prosperidad de las zonas que conforman la estructura urbana y la cantidad de habitantes que puedan ser atendidos para ascender en el nivel de calidad de vida mediante observaciones puntuales debidamente trabajadas por los policy maker (responsables públicos de las políticas locales, N del E.) en la búsqueda de optimizar las aptitudes, que, a su vez, perfeccionen las relaciones humanas de un entramado físico ya complicado en sí mismo.
Los indicadores emergentes de la evaluación, como parte fundamental de los aspectos susceptibles de ser reformados, deben estar direccionados a la satisfacción integral, y en su caso, tener la posibilidad de cruzarse con otras variables de manera de afianzar un sistema de evaluación.
Debe incidirse en la capacidad administrativa para el manejo idóneo de un instrumento enfocado en transformar funcional y morfológicamente las condiciones urbanas que renueven las formas de vida de una población. Entre ellas, la gestión institucional, la decisión política, priorizaciones presupuestarias, participación ciudadana y el grado de vinculación con otros organismos supraestatales.
Avanzar en la calidad de vida urbana interna, permitirá también elevar su estatus en el ranking mundial de ciudades, y hacer de Cochabamba, una ciudad atractiva para el turismo y las inversiones, respondiendo a su vez a los compromisos asumidos con organismos multilaterales como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial (BM), y, la propuesta de la ONU con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) inscritos en la Nueva Agenda urbana (NAU), observando los derechos debatidos ampliamente en los foros internacionales.
El gobierno municipal puede asimilar los resultados para fortalecer planes de desarrollo que concierten el progreso local y la modernización de programas puntuales relacionados con indicadores de bienestar, asumiendo como parte de los mecanismos de competitividad intermunicipal y más adelante de comparación espacial con otras capitales de departamentos y ciudades medias, con el fin de pretender según la ética teórica nicomáquea la eudaimonía aristotélica que hace mucho tiempo atrás describía la “vida buena”, como calidad sustancial de la vida.
El autor, Ph.D., es investigador del Ceplag – UMSS, mkquiroga@gmail.com
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