Calor insoportable
Nos encontramos empezando la primavera y las altas temperaturas, sumadas a la falta de lluvias, comienzan a causar estragos en distintas zonas de Bolivia.
Ya existen al menos 130 municipios declarados en emergencia en el país, y las consecuencias van desde la muerte de animales y de flora hasta el riesgo de la salud humana y la seguridad alimentaria.
Fenómenos climatológicos como la sequía e inundaciones siempre han existido a lo largo de la historia; lo que no había antes es esa mirada pasiva que ejercen autoridades y habitantes ante los desastres que se avecinan.
Seguimos asistiendo de palco a observar los loteamientos, la tala de árboles y las quemas indiscriminadas de valiosas hectáreas, y seguimos mudos sin un ápice de acción.
Nos quejamos del excesivo frío, del terrible calor o de las inundaciones y sequías, ¿pero en qué participamos los ciudadanos activamente para frenar los efectos de estos problemas?
Una vecina cercana (muy buena gente) sale a diario de su casa para depositar en una esquina sus bolsitas de basura, no espera al carro basurero y, en el lapso de su retorno a su puerta, una jauría de perros destrozan sus paquetes, esparciendo las cochineras y contaminando. Otro conocido cercano obligó a podar las ramas de un frondoso árbol de jacarandá porque “las hojas ensuciaban mucho su vereda”; seguramente usted también conoce a gente que deja abierta su pila, su manguera o su lavandería, desperdiciando agua que otros no tienen, y también debe conocer pobladores que efectúan sus compras en docenas de bolsas plásticas, y piden comida a domicilio que les llega en envases de plastoformo que otras naciones ya han prohibido de usar.
Actos tan sencillos como corregir estos comportamientos y concienciar a los mas jóvenes sobre los riesgos que corre nuestro planeta son tan fundamentales como urgentes. Nadie entiende que el tiempo se acaba.
Columnas de Adriana Soliz Poma