De rentas y camillas
No es un secreto que, desde siempre, los gobernantes de este sufrido país tienen y han tenido una visión cortoplacista, con las consecuencias catastróficas que hoy vivimos. Esa visión se nota en la mayoría de las normativas y leyes y en casi todos los cargos, desde quién se sienta en la silla presidencial hasta quién lo hace en la de alcalde.
Pero esa visión de ver solo hasta la nariz, ¿también es una excusa para ser ruin? Entonces, ¿qué es un gobierno que hace que sus jubilados, que son parte de la población vulnerable en su mayoría anciana y dependiente, cobren su renta obligatoriamente en persona aunque lo tengan que hacer en camillas de hospital como sucedió con una mujer la pasada semana en La Paz?
Seguro que los proarcistas argumentarán que no es solo este gobierno, que los otros obraron igual, que Evo, que Goni, que Tuto, que Mesa, y es cierto. Por eso cuándo comencé la columna escribí “los gobernantes” y no este gobernante. Qué bien queda aquí el refrán de “mal de muchos, consuelo de tontos”, porque qué importa lo mal que lo hayan hecho los otros. Si te eligen presidente lo importante es tratar de subsanar los errores de los otros y no embarrarla una y otra vez haciendo lo mismo. ¿O no es esa la idea?
Pero si los jubilados son viejos, pronto se mueren y dejan de ser votos que sumen. ¿Por qué tanto alarde? Pues porque todos, señores y señoras, vamos a ser (si tenemos la suerte) viejos y viejas.
La muerte es la única cosa de la que podemos estar seguros, y la vejez es la otra de la que podemos estar casi seguros, aunque es cierto que hay quiénes se mueren antes, pero en la gran mayoría todos llegamos a la tercera y hasta cuarta edad, desde gobernantes hasta peones, por lo que hay que ser algo menos que tonto para no pensar en que el día de mañana el que tenga que ir a cobrar su renta en camilla pueda ser uno mismo, y está en manos de quiénes están ahora como autoridades cambiar esa denigrante situación.
Qué lejos estamos de ser la prometida Suiza de Latinoamérica o de tener la realidad de cualquier propaganda oficialista: mientras haya que sufrir para cobrar lo que a una persona le corresponde por derecho, ningún cambio será suficiente.
Obviamente no será el presidente de hoy, el viejo que cobre su renta en una camilla mañana, pero si la justicia que tanto pregonan en realidad sí existiera, lo sería y ya estaría promulgando leyes para que los jubilados dejen de pasar un infierno para cobrar una renta de pacotilla.
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