No nos entendemos
Existe gente que defiende las acciones criminales de Hamás, el grupo terrorista. Parece mentira, pero los he visto, he conversado con ellos. Son seres reales, tangibles, de carne y hueso. Son criaturas que uno casi tomaría por humanos funcionales y sanos. Al menos es la impresión que muchos de ellos transmiten.
Esto me sorprende en verdad. ¿Qué clase de enfermo puede pensar que es legítimo atacar a mujeres y niños en nombre de una ideología?
Interesado por esta patología mental, intenté, en algún caso, hablar ya no de la ética de esos crímenes sino de la utilidad real de esos actos de violencia primitiva. ¿Será que esos asesinatos de civiles servirán para algún fin? ¿Una Palestina libre será más o menos factible hoy después de las acciones de estos loquitos islamistas?
Y mis interlocutores no entienden la pregunta. Simplemente no comprenden esto de que las acciones, políticas o militares, deben juzgarse en función de los resultados obtenidos.
Sólo me miran, con ojos vacíos y bovinos, cuando sugiero que esos asesinos no lograrán que su país ficticio gane un centímetro cuadrado de territorio. Todo lo contrario, en realidad.
Si acaso, alguno me dice una estupidez profunda como “la violencia es necesaria para todo cambio social”. O peor, me salen con el típico “los israelíes también, etc”. Definitivamente, el sistema educativo ha fracasado terriblemente.
Por cierto, he notado que la gente que defiende estas cosas suele “comprender” también que alguien intente dinamitar una planta de combustible y llame a eso lucha social, revolución o heroísmo. Extraña y sorprendente casualidad, ¿o no tanto?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ