Evo y su poncho blanco
Con la mayor naturalidad del mundo, y con la confianza de estar en su áulico programa radial, el expresidente Evo Morales elogió la interrumpida gestión del gobernador titular de Potosí, Jhonny Mamani, detenido preventivamente en la cárcel de San Pedro por acusaciones de legitimación de ganancias ilícitas.
“El delito del ‘poncho blanco’ es ser ‘evista’. Eso es, estar con su pueblo. Tenía una mejor gestión que cualquier otro gobernador, porque Potosí tiene plata, y así lo detienen”, dijo, provocando indignación precisamente en Potosí, donde el encarcelado gobernador habría cometido sus delitos.
“Poncho blanco” es el apelativo que, usando la prenda, se puso Mamani para aludir al Salar de Uyuni, que está en la zona de donde procede. Primero fue alcalde de Tahua, municipio pobre del sudoeste potosino, y, según la acusación de la Fiscalía Anticorrupción de La Paz, cobró cheques de esa alcaldía, así como de la Mancomunidad de los Lípez y la Asociación de Municipalidades de Potosí, de las que fue presidente, por un valor que supera los 1,2 millones de bolivianos. Para ponerlo en criollo, se le acusa de haber robado en cada institución de la que fue autoridad, incluyendo la Gobernación de Potosí, donde sus movimientos de apropiación de dinero fueron detectados, y confirmados, hasta derivar en su detención.
Que Evo respalde a una persona así dice mucho de él. Lo primero es que, para el expresidente, robar no es malo, como tampoco le pareció malo que sus padres hayan sobornado a un maestro con una oveja. Es más… cuando designó a Mamani como candidato a gobernador, un hecho que provocó la primera división del MAS en Potosí, muchos militantes denunciaron que éste había robado dinero de la Alcaldía de Tahua, pero él no les hizo caso.
Lo otro es descalificar a los otros gobernadores y prefectos que el MAS tuvo en Potosí porque, según Evo, Mamani “tenía una mejor gestión que cualquier otro gobernador”, lo que pone en entredicho las ponderadas administraciones del exprefecto Mario Virreira y del exgobernador Juan Carlos Cejas. Y es que, para Morales, lealtad es sometimiento a él, a su figura, órdenes y designios, y, frente a eso, cualquier otro tipo de conducta no tiene valor.
El expresidente tuvo acciones, y dichos, que demostraron que no estaba ubicado en los estándares de la convivencia social. Dijo que, cuando se retire, se iba a vivir con su quinceañera, y no tuvo reparos en referirse a los calzones de sus ministras. Como prueba de su megalomanía, realmente cree que el pueblo boliviano está encarnado en él y, por eso, cree que ser “evista” es estar con el pueblo.
Alguien tendría que soplarle que Jhonny Mamani solo se mostró “evista” frente a él, o cuando el MAS no se había dividido. En sus últimos días en libertad, negó a Evo como Pedro antes del tercer canto del gallo.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA