Después del cabildo del 17 de octubre
En esta disputa que parece no tener retorno habíamos enfatizado que el cabildo del 17 de octubre iba a constituirse en un momento clave, en un hito, en la historia del Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP). Después de ese Cabildo, como se observará más adelante, se parte el liderazgo histórico de Evo Morales. Ese vínculo, líder - masas, que parecía inexpugnable, queda demolido. De aquí en adelante ya no se podrá afirmar esto que durante un poco más de 15 años se enfatizó: “Evo Morales es el MAS, o el MAS es Evo Morales”.
Ese liderazgo, construido básicamente sobre el control y dominio de las organizaciones sociales, le ha sido arrebatado. Los dirigentes de todas las organizaciones sociales que participaron en el cabildo de El Alto, definitivamente le dieron la espalda. Estos dirigentes, cada uno a su turno, le “gritaron” que no es el “dueño de las organizaciones sociales ni campesinas”, advirtiéndole, al mismo tiempo, que si continua con sus afanes desestabilizadores, divisionistas y “golpistas”, tendrá que enfrentarse a ellos. Es decir, lo colocaron al frente. Hasta lo “proclamaron” como enemigo del “proceso de cambio”. Vean como de irónica es la política y la historia.
En estos momentos, más que la “derecha”, Morales sería el principal enemigo a derrotar. A quien se le debe arrebatar, dicho sea de paso, en el menor tiempo posible, la “propiedad” de la sigla.
La demostración de fuerza de la corriente contraria a ese “liderazgo eterno” fue apabullante y contundente. Ahora, si convenimos que en la política boliviana la fuerza de estos liderazgos radica en el control de las organizaciones sociales, Morales habría quedado “abandonado”, con el apoyo solo de los cocaleros, su guardia pretoriana. Claro, todavía, también con todos esos “residuos” de las organizaciones paralelas que creó.
También quedó claro, en estas circunstancias, su corta capacidad de convocatoria. Ni siquiera lleno el coliseo de Yapacaní, donde pretendía ser proclamado como el candidato único de la sigla. Este acto, concebido para “eclipsar” el cabildo de El Alto, fue suspendido debido precisamente a la insuficiente presencia de “masas”. Seguramente, no obligó a sus sindicatos cocaleros, quienes, bloquearon a los “arcistas” el paso para llegar al cabildo. Muy lastimado, ha debido resignarse a observar el acto a través de las pantallas de Bolivia TV —antes de su “propiedad” durante casi 14 años—, donde coreaban estribillos en su contra acusándolo de “cobarde y traidor”.
Ahora bien ¿cómo explicamos ese abandono, esa “traición” de los dirigentes de las organizaciones sociales al “único líder”, al que le fueron fieles durante cerca de 15 años? La explicación, considero, tiene dos vías.
Primero, la alianza que Morales construyó con esos movimientos sociales, a través de sus dirigentes, nunca fue ideológica, con fines colectivos y de interés general. Las alianzas se arraigaron más en lógicas corporativas, en el cínico intercambio de favores, de apoyos a cambio de algo. Normalmente, son “apoyos” a cambio de espacios y de recursos. Sin algún grupo saboreó, a discreción y raudales, la bonanza del Estado Plurinacional, fueron esos dirigentes. Ellos son los nuevos ricos de este proceso. Los nuevos ricos azules y la nueva oligarquía. La vida de las bases, no cambió nada. Fueron vilmente utilizados, hasta como borregos, con esa férrea disciplina sindical.
Segundo, para aspirar a esas lógicas de intercambio, tienes que estar en el poder; tienes que tener el poder. Solo así puedes, desde el aparato del Estado, repartir espacios y recursos entre esos pervertidos dirigentes.
En ese tipo de relación, entonces, nunca podrán existir lealtades, lo que con profunda angustia reclama el exjefe. La lealtad está afincada en los intereses. De modo que las lealtades siempre estarán selladas con los que están en el poder. Con los que manejan el aparato del Estado. Cuando de eso carezca el “hermano” Lucho, las fidelidades rápidamente cambiarán de color.
Todo esto pone de manifiesto que la ideología es solo un pretexto; lo que los une y los separa son, básicamente, intereses.
Vistas las cosas así, ese liderazgo fuerte, pero construido frágilmente, solo a partir de intereses, se derrumba como un castillo de naipes. Después del Cabildo del 17 de octubre se vienen nuevas páginas en las historias del MAS y del excaudillo.
El autor es abogado
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.