La sucursal del infierno
La locomotora del progreso nos ha llevado a la sucursal del infierno. En varias zonas del país hemos sobrepasado los 40 grados centígrados, gracias a la sequía y a los incendios forestales que están devorando zonas como la Chiquitanía o el norte de La Paz.
La locomotora es una excelente metáfora que nos hace creer que progreso es igual a avasallar tierras, destruirlas y quemarlas. En términos prácticos y legales se llaman chaqueos controlados, expansión de la frontera agrícola y la exportación de toneladas de carne de res a la China, enarbolando el manido eslogan de que “nuestra industria está creciendo”.
De crecer, crece, pero ¿a qué costo?
Creo, estimado lector, que ahora puedes ver, oler y sentir el costo: miles de bosques y animales muertos, devorados por el fuego sin control.
Te pregunto ¿seguirás de acuerdo con este tipo de progreso o empezaremos a hablar de otro tipo de desarrollo? Qué tal si en vez de hablar de una locomotora ¿Hablamos de una bicicleta?
Si eres de los que se queja de las altas temperaturas y te ufanas de poner fotos del termómetro interno de tu auto, remarcando que allí se muestran más de 40 grados centígrados, o colocas la captura de pantalla de tu celular, con información similar, y dices “ya no son 40 grados, hoy son 43”, tú estás viviendo en la sucursal del infierno y eres uno de sus demonios.
Eres también un diablo que no se da cuenta de lo dañino que puede ser el churrasco del fin de semana, cuando comes con tus compañeros de la logia. Porque el costo de ese kilo de esa carne es más elevado y perjudicial de lo que crees. Ese bife y ese churrasco son el resultado de hectáreas quemadas y un ecosistema dañado para siempre. Lo mismo sucede con la Nutella que saboreas, el chocolate industrial, o tantas cosas que salen de la selva quemada y devastada.
¿Serías capaz de abandonar una dieta basada esencialmente en carne?
Los incendios no son una lección de religión donde pides de rodillas “Señor envíanos lluvia”. El Señor ya te ha mandado todo: bosques hermosos, lagos, ríos, y selvas. Sin embargo, lo único que estás haciendo es crear una fórmula destructiva para con tu entorno.
Progreso, o la verdadera locomotora de éste, será el momento en que entiendas que desarrollar y crecer tiene que estar en función del ecosistema. Así crecemos todos y no por la codicia de unos pocos, tendremos que respirar humo porque eso es lo que emite una locomotora; por si no lo sabías.
Te planteo desarrollar el turismo, que deja más dólares en el bolsillo. Despertar la creatividad y atraer a visitantes que podrán pasear pueblos, bosques y selvas “bajo el cielo más puro de América”.
La autora es periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER