Acciones de bien público para vivir mejor
El Centro de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor de San Simón CESU-UMSS es una institución multidisciplinaria que dedica sus esfuerzos académicos integrando la formación posgradual, la investigación y la interacción social. Trabajando en esos rubros se pretende, no sólo quedar en la teoría, sino pasar de la reflexión a la acción, acompañando a los posgraduantes a intervenir en su realidad para cambiar aquellos aspectos poco plausibles para la salud social de bienestar público en la ciudadanía.
He leído con mucho interés la motivadora reflexión de la colega y compañera en el CESU-UMSS, Ph.D. Alejandra Ramírez Soruco, “Dispositivos electrónicos de vigilancia: ¿Una solución?” publicada en Los Tiempos el pasado jueves 12 de octubre. La publicación gira alrededor de los dispositivos electrónicos de vigilancia que, después de aprobarse la Ley 358, se pretendería implementar, inicialmente, con los acusados de violencia intrafamiliar.
Al final, queda la pregunta abierta de “cuán eficientes son las medidas de control y vigilancia” ante la cual se plantea, superando un enfoque intervencionista de corto plazo, que quizás sería mejor apostar a una lógica de (re)construcción y restauración de tejido social “desde abajo”, en lugar de seguir la línea clásica del vigilantismo (control, vigilancia y castigo) para subsanar aquella tendencia, cada vez más notoria (y extraña, ya que uno se pregunta si Bolivia merece y necesita transitar por eso), de elegir la violencia (de todo tipo: verbal, psicológica, de género, racial y física) como forma de relacionamiento ciudadano en nuestro país.
Me siento motivado a dar continuidad al debate, buscando “pasar de la reflexión a la acción posible” y retomando la conclusión, por cierto polémica, de la colega que admite que la tarea de “intervenir” en la realidad con el ideal y sueño de poder contribuir a transformarla, es más compleja, poco útil para justificar gastos de POA y, definitivamente, poco visible para fines electorales. Coincido en que, en un ámbito de idealismo de sanas intenciones, lo que debe preocupar es la formación ciudadana que enaltece el esfuerzo de cada uno para el bien sinérgico y holístico de todos. Afanarse para el bien público todavía vale la pena, desde luego en un contexto de libertades individuales del que quiere hacerlo, bien para él y para todos (en un contexto de saludable servicio a los demás, habitualmente poco valorado y reconocido).
Desde el barrio o la vecindad, en el constructo social de cada día “desde abajo”, saltando de la cómoda ventana por la que vemos los transcurrires cotidianos por lo normal conflictivos, hay que asumir la conducta de empeño ciudadano, generando programas, por ejemplo, de sana terapia ocupacional que permiten a las personas ocupar y enriquecer su tiempo libre. Actividades que deben ser pensadas, particularmente, para franjas vulnerables (niños y adolescentes sin ocio, padres y madres sin actividades extrafamiliares, adultos mayores en soledad) y que, además, van satisfaciendo necesidades formativas de construcción y asunción de valores y principios de prácticas de relacionamiento civil y cívico vinculadas con la idea del “estar y crecer juntos”.
De ese modo, auténticos movimientos ciudadanos, desde el voluntariado o el emprendimiento personal libre, impulsan ideales de vida más colectivos a través de contenidos, propósitos y visiones de beneficio compartido de bien público, ayudando a fortalecer el tejido social, alimentando la confianza, la amistad, la superación personal y grupal, el apoyo mutuo en la necesidad, la concreción de una meta común paso a paso y de esfuerzo mancomunado, la disponibilidad en asumir tareas y responsabilidades para un fin de conjunto y cuanto más se pueda pensar para vivir mejor en comunidad.
Promover la organización en el barrio de escuelas autogestionadas de fútbol, danza folclórica, teatro o ajedrez (a manera de ejemplo), es decir, generar espacios vecinales de trabajo, diversión y formación también desde la niñez y la adolescencia, es retomar lo que Pitágoras ya descubrió tantos años atrás cuando instruyó que “enseña a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. De esa manera, lo preventivo se hace finalmente concreto a través de la realización de actividades y acciones de bien público. En otras palabras, lo ciudadano desde una perspectiva cívica, sigue teniendo sentido.
El autor es investigador del CESU-UMSS
Columnas de SILVANO P. BIONDI FRANGI