Fraude: el fondo del asunto
El resultado de las elecciones presidenciales en Argentina fue una sorpresa porque el ganador no fue Javier Milei, a quien había coronado la mayoría de las encuestas, sino Sergio Massa, el candidato oficialista.
Y para explicar el concepto sorpresa, lo primero que debemos hacer es explicar el concepto encuesta: la mayoría de los fraudulentos del mundo necesita desprestigiar a las encuetas para consolidar su fraude.
Expliquemos el asunto: una encuesta es una pregunta, o un conjunto de preguntas, que son formuladas a personas, o grupos de personas, para averiguar tendencias o estados de opinión. Cuanto más se aproximen los resultados de la encuesta a las determinaciones finales de las tendencias sociales, mayor efectividad tendrán las encuestas y, por lo tanto, gozarán de mayor credibilidad.
Los gobiernos interesados en torcer la voluntad popular se han acostumbrado a desprestigiar las encuestas y, por lo menos en Bolivia, han logrado su cometido porque su credibilidad a caído a niveles muy bajos. Los politiqueros nos han hecho creer que las encuestas falsean la verdad, porque lo que buscan es crear tendencia, y eso no es tan cierto.
Si desprestigias a las encuestas, no importa los resultados de una consulta popular. En el caso de Argentina, el resultado final no concuerda con las encuestas, que daban por ganador a Milei. Aunque no proliferan en las noticias, las denuncias de fraude fueron el otro denominador común de esos comicios. Sus características son familiares para los bolivianos: doble votación y votación de los muertos. Cuando el padrón electoral está en tus manos, todo es posible.
El fraude electoral se ha convertido en el mecanismo favorito de los partidos políticos que pretenden eternizarse en el poder. La fórmula fue labrada por Iósif Stalin: “no importa quién vota, sino quién cuenta los votos” y eso es lo que ha estado ocurriendo en nuestros países.
¿Se acuerdan qué decían las encuestas para las elecciones de Bolivia en 2020?: que habría segunda vuelta, pero los resultados oficiales dieron por ganador al MAS que, aunque gobernaba Áñez, era el partido que controlaba, y controla, los comicios en Bolivia; es decir, el que cuenta los votos.
En Bolivia, el padrón electoral está controlado, oleado y sacramentado por “chorrocientos” candados cuyas llaves son manejadas por el MAS. Gracias a eso, ese partido ganó, y ganará, todas las elecciones, sin importar cuál sea la voluntad popular. ¿Por qué cree, entonces, que es tan difícil acceder a los datos, no solo del padrón sino del Registro Civil e Identificación Personal? Y, encima, estos cancerberos quieren hacernos creer que existe libre acceso a la información en Bolivia. Yo puedo demostrar, con pruebas, que eso es tan falso como los resultados de las elecciones.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA