La guerra por el territorio
Lo cierto es que con todo el pesimismo que nos embarga, todas nuestras protestas y hasta quebrantos de nuestra fe en el futuro, la frase atribuida a Galileo, en su juicio ante la Inquisición: “y sin embargo se mueve”, se aplica a lo que sucede en Santa Cruz. Contra la molestia del masismo porque nuestro departamento produce el 70% de los alimentos del país y más del 30% del PIB nacional, resulta que los números actuales lo confirman todo y que nuestra región es imparable, pese a las catástrofes naturales, pero, sobre todo, a la criminal mano del hombre.
La información que hemos leído en la prensa (El Mundo), que se puede confirmar con el INE, es que culminando la campaña de invierno 2023, se han superado las 800.000 toneladas métricas (t) de soya, el “grano de oro”; y una “producción histórica” de 1.600.000 t de sorgo. Pero, que, además, el rendimiento del maíz ha sido excelente, así como del trigo, girasol, chía y otros.
Hay que tener en cuenta que el Niño se ha encaprichado provocando caóticas travesuras; que los incendios se han extendido por casi todo el territorio, y que esas quemas se han debido, más que al calor del sol, a la mano de gente, que, sin conocer el campo tropical, han calcinado enormes cantidades de bosques. Unos lo han hecho para cultivar honradamente, y otros, los más, por efecto de una piromanía política, interesada en perjudicar a los productores, o simplemente, dejar en cenizas nuestros añosos árboles y la variada fauna que pereció huyendo de la quemazón y del humo.
Santa Cruz, sin embargo, todavía se mueve con vigor, pese a que tiene que soportar los bloqueos diarios que no permiten el libre tránsito de los vehículos cargados de productos que se dirigen hacia el interior del país o hacia los puertos del Pacífico. Muchas veces se trata de camiones cargados de granos, pero que pueden aguantar las horas del clima tórrido; en otros se trata de productos perecederos, de ganado vacuno o porcino, o también de aves (principal alimento en Bolivia). Ver morir de hambre y sed el ganado en pie encerrado en las carrocerías, mientras unos sujetos malencarados niegan permiso a la circulación o piden dinero, un impuesto maldito para dejar pasar, es algo terrible. Lo mismo sucede con las aves, con los cientos de miles de pollitos que no pueden ser embarcados y que se los debe sacrificar.
¿Y todo, por qué? Todo porque unos señores recién llegados exigen puentes, caminos, escuelas, postas sanitarias y quieren que sea la gobernación cruceña o los municipios quienes carguen con los gastos, cuando el Gobierno central, que los alienta a asentarse en estas tierras, incumple con los pagos a las regiones, a lo que está obligado. Claro, un Gobierno que no tiene ni un centavo, que se ha gastado todo y que seguirá gastando, no cumplirá jamás con sus obligaciones.
El otro aspecto que afecta mucho a la agropecuaria cruceña y que ya está de buen tamaño, es el de los avasallamientos; para decirlo más claro el asalto armado y robo de tierras en plena producción, predios fiscales o áreas protegidas. Aquí entra en acción esa nueva casta que ha creado el MAS: los “interculturales”. Este estrato cerrado, diferente del resto, ávido de demandas y reivindicaciones, producto de la confusa plurinacionalidad, que nadie puede descifrar, y que como el Agente 007, tiene “permiso para matar”. La casta de los “interculturales” está provocando tantos conflictos, que, ante una Policía asustadiza que le teme o los protege, hace que se produzcan enfrentamientos entre asaltantes y propietarios.
En suma, no nos extrañemos que ya estemos en una guerra por el territorio, como la hubo por el agua y por el gas. Pero la guerra por el territorio que está en marcha será más dura y más cruel, porque, forzosamente, va a producir un enfrentamiento entre los que llegan y los que están, entre los forasteros que toman tierras y los dueños que las defienden, cambas y collas agricultores. No hay que ignorar que la disputa por territorios ha sido causa de la mayoría de las guerras en la humanidad.
¿Se pueden imaginar los bolivianos una Santa Cruz trabajando a plenitud? ¿Sin bloqueos, avasallamientos, cupos a las exportaciones ni escasez de combustible? Ahora que Bolivia es parte integrante de Mercosur tendrá que encarar una política muy seria en lo que se refiere a la producción agropecuaria.
No todas son ventajas ni mucho menos. Vamos a tener socios que producen cien veces más que nosotros los mismos productos y a menor costo. Esto, porque tienen comunicaciones expeditas durante todo el año, carreteras que van de océano a océano; esas carreteras que nosotros, en Bolivia, bloqueamos porque a algún vecino le atropellaron un puerco en la noche. Por eso se ha construido la autovía Santos-Antofagasta, eludiendo, a propósito, todo paso por la anárquica Bolivia.
No estamos descubriendo nada, creo que todos lo estamos palpando: si los “interculturales” van a seguir avasallándonos alentados desde el poder, la guerra por el territorio será algo inevitable.
Columnas de MANFREDO KEMPFF SUÁREZ