El Bicentenario y el turismo abren la posibilidad de reconciliarnos
Ninguna actividad económica tiene base tan ancha como la del turismo. Son más de 20 los sectores que están relacionados con él de manera directa y la ventaja mayor es que los productos y los destinos están repartidos en todo el territorio nacional.
Lo auténtico y maravilloso se han convertido en unos sujetos más que no dejan de sorprendernos cuando nuestro territorio se explaya desde 6.542 m s.n.m. en el Nevado Sajama hasta 90 m s.n.m. cerca del río Paraguay. Si a ello le sumamos nuestra extensión territorial y la bajísima densidad, aparece un bono territorial que no estamos sabiendo aprovechar. Si toda la población boliviana se trasladase a vivir al departamento de Santa Cruz, y quedaran los otros ocho departamentos sin población alguna, seríamos sólo 33 habitantes por kilómetro cuadrado. El Salvador tiene 300. Y
Alemania, uno de los países con mejores índices de desarrollo sostenible, 233. En Bolivia cabrían 52 veces El Salvador y tres Alemanias. El problema no puede ser la tierra, sino la forma estúpida como nos estamos relacionando con ella.
La ironía es que estamos haciendo todo lo imposible por inviabilizar la potencialidad del turismo reproduciendo conductas perversas. Además de los bloqueos que convierten a Bolivia en destino de riesgo y de aventura en los nueve departamentos, se han presentado acciones repudiables, como la quema de domos hoteleros en el salar de Uyuni y la existencia de una “impuesto comunitario” que se aplica en lugares de turismo rural, conductas que no difieren en nada de las prácticas de las maras salvadoreñas o el “impuesto de guerra” aplicado por la guerrilla, los paramilitares o los narcotraficantes en su momento, en Colombia.
Parece que las autoridades y sectores productivos de Chuquisaca están por dar solución al problema. Si hay un departamento que necesita del turismo es Chuquisaca, y al descubrir que la cercanía del Bicentenario ofrece una oportunidad para ponerlo en valor, han estado realizando jornadas y debates de sensibilización que les permite evaluar sus potencialidades en patrimonio barroco, cultural e histórico para ofrecerlo al mundo.
Bolivia será el último país en celebrar su independencia y el 6 de agosto de 2025 debiera ser algo más que un momento de recordación histórica. Creen los chuquisaqueños que es un momento propicio para plantear un pacto a Bolivia por el desarrollo, el turismo y la reconciliación. Me ha tocado escucharlo y entusiasmarme al igual que ellos, con una posibilidad que ofrece certezas.
Chuquisaca es el único departamento que puede ser escuchado por el Gobierno sobre la importancia del turismo al existir un mandato en la Ley 1347, Ley del Bicentenario del Estado Plurinacional de Bolivia, que reconoce a Sucre, en su calidad de capital constitucional y al departamento de Chuquisaca, la calidad de centros articuladores de las actividades del Bicentenario y sede de los actos principales.
La Gobernación aprobó el Plan Estratégico Departamental para las Cultura, Artes y Turismo de Chuquisaca (Pedcat), elaborado junto con las instituciones del departamento, y en esa lógica está diseñando una estrategia de trabajo para 2024 que, en medio de sus propuestas, tiene dos acciones novedosas.
La primera será la aprobación de una ley departamental que declarará el turismo como prioridad departamental, proponiendo una concertación activa de todos los actores públicos y privados para lograr el objetivo. La segunda es más innovativa al proponer un Pacto Social hasta fines de 2025 por el cual los habitantes del departamento negociarán soluciones pacíficas a los conflictos, sin llegar al bloqueo de caminos y del aeropuerto.
Expresan que no desconocen las justas reivindicaciones que pudieran plantearse, simplemente, en un acto de madurez ciudadana comprometidos con el desarrollo del departamento y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes, se comprometen a no perjudicarse ellos mismos.
Si Chuquisaca lo logra, una vez más estará mostrando el camino a Bolivia, como hace 200 años.
El autor es director de Innovación del Cepad
Columnas de CARLOS HUGO MOLINA