La oportunidad de Milei
Ser electo presidente de un país es una gran oportunidad para transformar una nación; ser elegido por una gran mayoría de ciudadanos, una mayor oportunidad, y ganar las elecciones diciendo la verdad y anunciando medidas dolorosas que se deben adoptar para superar décadas de crisis continúas causadas por el populismo y el estatismo, ya no solo constituye una gran oportunidad, sino un espacio inmenso para establecer las bases de un cambio de época.
Así como Milei enfrentará enormes dificultades para afrontar la profunda crisis económica y social que sufre Argentina, logró algo inédito: ganar las elecciones anunciando sacrificios, un profundo programa de ajuste económico, la eliminación de empleos públicos innecesarios y muchas otras medidas que cualquier asesor electoral “racional” hubiera desaconsejado puesto que la lógica general y la experiencia en muchos países enseña que para ganar elecciones hay que generar ilusiones y esperanza sin anunciar sufrimientos.
Obviamente, la profunda y perenne crisis argentina genera circunstancias extraordinarias que ofrecen condiciones excepcionales para que la población acepte un sacrificio temporal con la esperanza de construir un futuro de prosperidad que se sustente en el tiempo. Estas condiciones eran las mismas para todos los candidatos, pero Milei fue el único que se atrevió a desafiar la opinión del circulo rojo (la de escritores periodistas y artistas que dominan los espacios de opinión pública) y a contradecir todo lo que se ha considerado políticamente correcto en las últimas décadas.
Por ello, el manejo de las expectativas es muy importante. Lo que sucedió últimamente es que poblaciones desencantadas han venido eligiendo presidentes populistas que les prometen soluciones fáciles y ganan elecciones con ofertas irreales que una vez en el poder no pueden cumplir y frustran rápidamente a quienes los eligieron, perdiendo rápidamente la popularidad y sumergiéndose en un círculo vicioso de descrédito e ilegitimidad, lo cual ha venido incrementando la crisis de los sistemas políticos y de la democracia representativa.
Desde esta perspectiva, Milei, ya electo y posesionado presidente, hace bien al limitar las expectativas de la ciudadanía describiendo en toda su magnitud la profundidad de la crisis que confronta y lo que costará superarla, tanto en el costo de los ajustes económicos como en el tiempo en que estos tarden en ofrecer resultados para los bolsillos de las familias.
El estilo comunicacional del candidato Milei ya no podrá ser el mismo del presidente Milei. Si bien el primero, aunque en muchas ocasiones parecía una suma de locuras e irracionalidades, fue el que le sirvió para ganar elecciones, para gobernar deberá aprender que hay que trabajar, y, generalmente, labrar acuerdos políticos para conseguir mayorías parlamentarias que necesitará para aprobar su programa de gobierno, pero también para forjar coaliciones sociales y políticas que le permitan contrarrestar a las fuerzas que buscarán desestabilizarlo.
Esto no debiera significar que sea incoherente con sus promesas electorales, deberá dar resultados a la gente para prolongar el periodo de esperanzas que la gente le ha brindado con su voto. Simultáneamente, deberá buscar los equilibrios para que ese apoyo ciudadano se sostenga y le permita gobernar con esta nueva visión de la sociedad, del Estado y políticas gubernamentales para superar la pobreza en la que se ha sumergido gran parte de su población y crear empleos en el sector privado que permitan mejorar sostenidamente las condiciones de vida de las grandes mayorías.
Argentina tiene problemas estructurales y, al mismo tiempo, un potencial inmenso si se establecen condiciones propicias que garanticen la seguridad jurídica, atraigan inversiones y desarrollen su gran sector productivo, reconquistando los mercados para sus exportaciones. Quizás el mayor problema sea el de ofrecer oportunidades de trabajo a esa mitad de la población que vive de “planes”, subsidios estatales que los han vuelto dependientes de las transferencias gubernamentales. Por otro lado, su sector agroalimentario tiene una gran competitividad y es una máquina de producir divisas que aún puede crecer mucho más. El yacimiento hidrocarburifero de Vaca Muerta con mejores políticas puede generar una inmensa cantidad de recursos, al igual que el sector del litio que ya viene en una tendencia que pronto le permitirá superar a Chile como proveedor del mercado mundial.
Se puede simpatizar o no con Milei pero no se puede negar que se ganó su oportunidad; de ahora en adelante tiene el desafío de convertir su gestión en un cambio duradero para convertir nuevamente a la Argentina en el país desarrollado que supo ser.
Columnas de ÓSCAR ORTIZ ANTELO