La familia agoniza
Hace unas semanas, el Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz, cuya mayoría de representantes en la Asamblea Legislativa son temerosos de Dios y se dicen defensores de las buenas costumbres, aprobó una serie de actos para celebrar el 10 de diciembre como el Día Departamental de la Familia, que se había declarado así por ley en abril de este año “en consideración de la grave crisis social y de valores que existe en la sociedad”. Aunque no se pone por escrito en esa ley departamental, y sí se dice verbalmente en distintos escenarios, entre las razones fundamentales de buscar proteger la institución familiar tradicional están las amenazantes nuevas formas de familia cada vez más extendidas y, también, aceptadas en las que el centro constitutivo no son necesariamente una pareja conformada por un hombre y una mujer. La ley señala que este día “tiene el fin de crear conciencia en nuestra sociedad sobre el valor y el papel que tiene la familia en la sociedad, en la formación y educación de valores como: la fe en Dios”.
Sí, la fe en Dios como primerísimo punto y se escribe en un documento oficial público, contraviniendo lo instituido por la Constitución que señala que Bolivia es un Estado independiente de toda religión, es decir laico, lo que indica que ninguna entidad gubernamental puede mostrar una postura religiosa. El documento está firmado por Luis Fernando Camacho, el gobernador que este mes cumplirá un año en prisión, sin dejar por ello el cargo, que lleva en su haber ya un cuarto matrimonio y que fue, en uno de ellos, acusado de violencia machista, tal como se conoció públicamente. Todo un ejemplo de militancia en la defensa de la familia tradicional. Evidentemente, existe la influencia y peso de la Iglesia católica con el sacramento del matrimonio, pero también está el modelo de familia burguesa como pilar fundamental de la sociedad que surge en la Ilustración, modelo que da al hombre la razón y el poder, mientras que a la mujer la coloca en la naturaleza y la intuición y, por ello, al sometimiento a su marido.
¿Qué familia se defiende? ¿La de la hipocresía que lleva a un hombre a buscar una nueva mujer cada vez más joven y de ser posible reina de belleza? ¿La que domina un hombre a golpes y palizas a su mujer e hijos? ¿La que limita y cercena las aspiraciones profesionales e intelectuales de las mujeres? ¿La que coloca a la mujer como madre como único objetivo en la vida? La familia ideal no existe, lo normal es que se la vea feliz recibiendo a invitados y luego sea ella, la mujer, la que termine lavando todos los platos y recogiendo la casa. Eso en el mejor de los casos. Lo muy habitual es que la familia sea sólo una madre e hijos e hijas con un padre ausente, por ejemplo, que a ella se una la abuela, la hermana o la amiga/tía que ayude en todo. Las parejas homosexuales también tienen en mente el modelo de familia tradicional y quieren la suya a su manera.
Desde la antropología, los estudios de parentesco han descubierto y analizado un sinfín de modelos de familia en diversas culturas, que no responden al modelo de la familia europea de la modernidad que aún permanece y defienden posiciones conservadoras. Y, además, en la actualidad y en la realidad, este modelo se abre como abanico en el que las familias están constituidas por más de una pareja de padres/madres, o hijos, o parientes sanguíneos o de sólo cariño. La familia tradicional agoniza, es cierto, y ello no significa que sea algo negativo. Simplemente son nuevos tiempos en nuevos contextos históricos y sociales. En todo caso, lo importante y por lo que se debería preocupar la gobernación cruceña y toda entidad pública es de velar por el bien de las personas, porque no haya violencia contra las mujeres y las criaturas, que es el pan de cada día. A gran parte de esa agonía contribuye el rechazo a un marido abusivo y violento, a la obligación social de ser madre, al impedimento que para las mujeres la familia representa para realizarse profesionalmente… también contribuye el no contar con apoyo suficiente como guarderías, salud y educación gratuitas.
Columnas de DRINA ERGUETA