Subvariante de estupidez
“A estas alturas del partido, discúlpeme, el que se muere de Covid es por estúpido”. Esta polémica frase corresponde al alcalde de La Paz, Iván Arias, quien el 22 de diciembre se pronunció de esa manera ante la noticia de la escasa asistencia a los puntos de vacunación pese a conocerse de un rebrote de coronavirus en todo el país.
La frase, que al principio causó cierto rechazo por su torpeza y ofensión, probablemente hoy esté siendo digerida de modo distinto, pues, en menos de una semana, ya se tienen tres nuevos decesos por coronavirus, todos en Santa Cruz, como dando inicio de una época que ya creíamos por demás enterrada.
Y la situación tampoco es muy halagüeña en otras regiones, como Cochabamba, donde en menos de siete días se han reportado 523 casos de Covid (222 más que la semana anterior), mientras que al punto masivo de vacunación, en el estadio Félix Capriles, apenas han asistido 800 personas en una semana, cuando se tienen reservadas más de 117 mil dosis de vacunas Pfizer. Dicen los reportes de prensa que son más los casos de pacientes que buscan someterse a una prueba PCR, probablemente ante el asedio de síntomas que hagan temer un caso positivo de Covid.
Ésta es la situación. De modo que después no nos quejemos si vuelve la mortandad vivida durante tres largos años que cobraron más de 22 mil vidas y 111 mil contagios en todo el país. Peor aun si al margen de ignorar las vacunas hacemos también caso omiso de las medidas de bioseguridad que las creíamos aprendidas: uso de barbijo, lavado de manos con desinfectantes, distanciamiento social y otros.
Nada de eso nos importa. De hecho, tendremos unas fiestas de Año Nuevo en las que se nos permitirá celebrar hasta el amanecer y en las que los besos y abrazos estarán a la orden del día con propios y extraños. Las autoridades de salud analizarán si después se convoca a la sala situacional para disponer de nuevas medidas de bioseguridad. Eso sí, después de Año Nuevo.
Por si algo faltara al cuadro de empeoramiento de la situación, aparece en escena una subvariante de la Covid, la JN.1, que, aparentemente, es la que está provocando el incremento exponencial de casos, con la que la población boliviana debería tener razones por demás para estar preocupada y mínimamente exigir la aplicación de nuevas dosis, utilizar barbijos en lugares públicos y no dejar de lado las medidas higiénicas de bioseguridad. Pero no parece que ocurra esto. La población está más preocupada por la fiesta de Año Nuevo, minimiza los casos de Covid, acude sólo cuando hay sospecha a buscar una prueba PCR y una vez más nos sentimos inmortales. Cuidado que después el adjetivo pronunciado por el alcalde paceño nos quede como anillo al dedo.