Año nuevo, temas pendientes
El comienzo de un nuevo año es motivo de felicitaciones y buenos deseos. En la ocasión, buscamos nuevas fuerzas y energías renovadas para olvidarnos de lo que fue y encaminarnos hacia lo que será con un espíritu revitalizado. El año nuevo se convierte en una promesa personal y, en muchos casos, en la suscripción de una voluntad reactivada de querer hacer mejor las cosas. Un verdadero desafío para el individuo y, finalmente, para una sociedad sanamente vital en su afanosa búsqueda de evolución colectiva.
Pero lo pasado, habitualmente, deja temas pendientes para el presente. Y más en una sociedad como la nuestra en constante ebullición para ciudadanos preocupados de que el devenir sea otro, queriendo ellos abandonar el déjà vu de otras circunstancias que, invariablemente, termina con la frustración de no haber hecho lo que se debía hacer.
Deseando a todos, la paz, la armonía y la tranquilidad de una sensata convivencia, no podemos, ni debemos relegar aspectos que se quedaron sin solución, superando la fácil tentación de excusarse porque el camino de su superación es largo y tendido. Esto va pensado para las autoridades políticas, pero también para la ciudadanía en general: el deber y la responsabilidad de una sociedad civil vigorosa, llama.
Consideramos que hay tres temas fundamentales que, al comienzo de este año nuevo, también ameritan nuestra particular atención: los vulnerables, las poblaciones indígenas más abandonadas y la Madre Tierra.
Entre los vulnerables está un sinfín de sectores de nuestra población que, a la vuelta del año, siguen sin pasarla bien y, hasta resulta anacrónico, el desearles un próspero y venturoso 2024. Allí están los pobres en recursos y en acceso a mejores servicios básicos, los niños abandonados y huérfanos no reabsorbidos por familiares, los ancianos olvidados y no atendidos por parientes, las personas con capacidades diferentes sin mayores opciones, los sin trabajo, los que viven en la calle, los migrantes, los “diferentes” y muchos más que no encuentran dignidad en sus vidas. Ocupan una franja de nuestra población todavía demasiado considerable para permitirnos el lujo de dejarlos solos a su destino. La brecha que los separa de los demás es para que la sociedad, a esta altura del siglo veintiuno, lo piense seriamente antes de cerrar los ojos o echarles la culpa a otros sin avergonzarse. La existencia y convivencia en una única sociedad de demasiados niveles de distinto acceso a la educación, la salud y servicios básicos de diferente naturaleza son un tema pendiente.
A pesar de muchos intentos y esfuerzos a varios niveles y de diversa índole, las poblaciones indígenas no encuentran su propio sitio, tanto así que o se reabsorben a la “modernidad” a su alrededor o van pereciendo. El proceso de pérdida de identidad y de valores culturales se hace cada vez más irreversible y más aceptado como algo natural que eso siga ocurriendo. Pocos piensan que su existir puede ser saludable para la sociedad y el país todo. Desde luego, el cómo hacer que las poblaciones indígenas tengan un auténtico espacio de vida propia en la sociedad integradas de forma natural a los demás al asumir deberes y derechos como tal, también es un tema pendiente.
La Madre Tierra en el escalamiento del abuso en su uso es un tema pendiente. Por ejemplo: qué Bolivia “se encuentra en el tercer lugar de los países en el mundo que han perdido la mayor cantidad de bosques durante 2023”, es un problema serio. Qué en Bolivia se invaden con naturalidad impresionante (como si fuera normal) áreas protegidas y parques así definidos por decreto ley y se critican no a los usurpadores sino a los que defienden el territorio, es algo inconveniente y al revés; qué un estudio ha estimado que en Bolivia millones de animales murieron en los incendios premeditados de áreas bosquivas y “no pasa nada”, es muy preocupante.
Nuestra sociedad parece estar más atenta a lo político y se distrae por quien detenta el poder o, “más bonito” todavía, se va a apropiar del mismo a futuro. No hay planes de intervenir constructivamente en los aspectos pendientes para ser mejor sociedad. La oferta política y la creatividad cívica de proponernos formas diametralmente contrapuestas de “hacer las cosas”, se han agotado y claman por nuevos proyectos de Vida que demoran en nacer. La dinámica del “sálvense como mejor uno puede” que, últimamente, muestra el espejismo de ganancias rápidas, fáciles y estelares, motiva a todo vapor que la gente de a pie incurra en los cuatro ilícitos (narcotráfico, contrabando, trata de personas y comercio ilegal de armas), alejándola de sus responsabilidades sociales y cívicas, preocupada como está de “no hacerse pillar”.
Bolivia querida, ¡qué el 2024 nos permita recuperar niveles de sensibilidades y empatías elevados para bien nuestro, de la sociedad y el país en su conjunto!
El autor es investigador del CESU-UMSS
Columnas de SILVANO P. BIONDI FRANGI