Paparruchas
Y no me refiero a las que dicen los políticos. Esta palabreja ha de sonarles mucho a los fanáticos —como yo— de Un Cuento de Navidad, de Charles Dickens, ya que en su versión traducida al castellano, la original humbug se convierte en “paparruchas”; ambas expresiones sirven para referirse a noticias falsas o desatinadas sobre un suceso, aunque actualmente es más común llamarlas fake news.
La semana pasada se viralizó la noticia de que un joven alteño había creado un perro robot llamado Senku, basada en el post de Roly Mamani quien, junto al video del can robótico escribió “presentando a Senku a mi querida madre”. La primicia la dio el periódico Opinión en su formato digital, que además de atribuir la creación de la sorprendente criatura a Mamani, invitaba al Museo de Robots de Achocalla donde se hallan más elementos relacionados con la robótica.
Tan pronto se puso en Facebook, muchos reaccionamos y compartimos el post y no dudamos porque, primero, fue realizado por un medio de comunicación respetable; segundo, porque el video en efecto mostraba un simpático animalito de metal junto a una señora que lo miraba sonriendo; y, tercero, porque al menos yo, poco o nada sé de robótica. Así que la noticia se esparció y otros medios buscaron a Roly para entrevistarlo y tenerlo en sus estudios porque la noticia llamó la atención de mucha gente.
Sí, hay noticias que tienen todo para ser un hit: en este caso un perro, una señora de pollera, un joven profesional alteño y un museo de robots, son ingredientes que llegan al corazón de los internautas, pero el hecho (falso) de que Senku hubiera sido creado en el país, era la cereza del pastel que encendió esperanza, orgullo y pundonor. A los bolivianos nos gusta sentirnos orgullosos de serlo y amamos tener razones para ello.
Por fortuna, Roly de inmediato desmintió ser el creador de Senku y Opinión cambió el post original en su página de Facebook mientras otros medios se apresuraron a desmentir la primera noticia. Claro que, hasta que eso pasara, se dijo y se escribió mucho. No fue la primera vez; hace un par de meses, ATB publicó en su sitio de Facebook un video informando que los famosos patitos kawaii eran hechos por un joven de La Paz; esta noticia nunca se desmintió ya que el mismo joven, que fue entrevistado en la puerta de correos, ante la pregunta “¿Y los haces tú?” respondió “sí”, y así salió el vídeo. Pero esto no fue muy lejos y los medios se centraron en hablar del fenómeno entre los consumidores y no así de los productores.
No pretendo aquí lapidar a los medios, trabajo de cerca con muchos de ellos y sé lo difícil que es informar porque a más de tener la obligación de obtener primicias, que además necesitan inmediatez porque las noticias se manejan en nuevas plataformas como las redes, tienen la necesidad de buscar notoriedad en las mismas y a menudo se ven enfrentados a cosas realmente virales, pero de escasa importancia social o política.
Así, una noticia sobre una posible crisis en la balanza de pagos, por muy investigada y documentada que esté, será siempre opacada por cosas más mundanas y aunque eso ha pasado desde tiempo inmemorial, hoy ocurre con mucha más fuerza debido a la naturaleza de los nuevos medios de comunicación que tienen más de entretenimiento que de noticias serias.
Debido a ello, los medios escritos, las radios y los canales de TV están atravesando una fuerte crisis; los públicos de hoy quieren mayor inmediatez, impacto visual y controversia, así que buscan competir y alcanzar viralidad. El número de likes, comentarios y compartidas es hoy un patrimonio social de alto valor, pero es justo recordarles, amigos de los medios a quienes respeto pero principalmente aprecio porque me toca muy a menudo estar con ustedes, que la competitividad no se va a alcanzar buscando viralidad.
Es viral el baile de Albertina, tiene reacciones la confesión de equis o zeta famoso, se comparten las tendencias de TikTok, pero el principal valor de los medios de comunicación tradicionales, lo que les da vigencia, es que en medio de llantos fingidos, de peleas armadas, de bailes con escasa ropa, de paparruchas, son capaces de informar de manera seria y confiable, y en tiempos en los que se viene conflicto, enfrentamiento y crisis, es fundamental que esto no se olvide.
2024 será un año definitorio de muchos conflictos que se han venido gestando en 2023 y necesitamos medios sólidos y confiables. Se entiende que es una estrategia de sobrevivencia acercarse, y con ligereza, a las plataformas menos formales, pero es imprescindible no perder el rumbo y conservar el carácter riguroso; los medios deben ser fuentes, no reproductores directos de lo que se dice en redes. Ésa y no otra es la mejor estrategia de supervivencia.
Columnas de SAYURI LOZA