Un contrafactual de 2019
La historiografía contrafactual ha sido practicada de Churchill a Nabokov, pasando por Toynbee y Maurois. El primero imaginó qué habría pasado si se hubiesen consolidado los Estados Confederados de América; el segundo soñó una “Antiterra” donde el imperio zarista conquistó parte del Nuevo Mundo y prohibió la electricidad.
Por su parte, el autor de A Study of History postuló una hipotética captura de Constantinopla por los vikingos que alteró el curso de los siglos venideros. Mientras que Maurois especuló sobre lo que habría sucedido si Luis XVI hubiera tenido “un átomo de firmeza”.
Hace pocos días, en el marco de la guerra de baja intensidad que libra el evismo contra el arcismo, la diputada Deysi Choque, adscrita a esta última ala, dijo que “si Evo Morales hubiera obedecido el resultado del referéndum y se hubiera mandado otro candidato a las elecciones de 2019, no se hubieran perdido vidas humanas”.
Lucidez tardía alumbrada por los recientes bloqueos o verdades antes guardadas por disciplina partidaria, lo cierto es que lo que Choque hizo —al igual que otros parlamentarios de su corriente oficialista— fue imaginar un contrafactual, una historia alternativa que se habría desarrollado si el ex “Jefazo” respetaba la voluntad popular.
Siguiendo ese hilo, podemos imaginar que el MAS, probablemente con Luis Arce como candidato en 2019, habría tenido buena chance de ganar, aunque perdiendo alguna de las cámaras legislativas. Esto, teniendo en cuenta que parte del voto masista “blando” habría perdido el incentivo de fluctuar hacia Carlos Mesa, una vez descartado el prorroguismo.
Arce habría tenido que lidiar con la pandemia, así podemos suponer unos resultados mixtos en relación con los del Gobierno de transición: peores, por la negativa a buscar acuerdos tempranos para las vacunas de laboratorios occidentales; iguales, con sobreprecios en la compra de equipos médicos; y levemente mejores, con menos rigidez en el confinamiento, dado su vínculo con la economía informal, y por lo tanto con una caída algo menor en la actividad.
De cualquier forma, habría tenido que absorber el enorme desgaste político de la crisis sanitaria, y luego se hubiera alargado con dificultad hasta este 2024, cuando tendrían lugar las elecciones generales. En medio de los mismos problemas macroeconómicos y sin la excusa del “golpe de Estado” para la represión judicial. Es posible que, ante el desgaste, Evo habría asumido de cualquier manera algún tipo de actitud opositora, apostando a recuperar la presidencia bajo el discurso de que “con él todo era distinto”. En este sentido, no estaríamos en una situación tan diferente a la actual.
Los contrafactuales son ejercicios que pueden contribuir al aprendizaje de la causalidad y evolución de hechos históricos. En este caso, podemos aprender que el prorroguismo fue una aventura trágica, inútil y evitable.
Columnas de EMILIO MARTÍNEZ CARDONA