Corrupción y socialismo del siglo XXI
Para abordar la presente columna, en principio, de manera muy breve y general, veremos qué entendemos hoy por socialismo. Luego, con esa aproximación conceptual, identificaremos a los gobiernos que, en el inicio del presente siglo, emergen en latinoamérica en la primavera política socialista. Finalizaremos la columna relacionando a estos gobiernos socialistas del siglo XXI con la corrupción, a la luz de los últimos datos de Transparencia Internacional sobre índices de transparencia en 180 países, donde Bolivia, dicho sea de paso, ocupa el tercer lugar en Latinoamérica.
En términos generales, la ideología socialista, en su vertiente socialdemócrata, exalta y promueve un mundo más justo, sin las enormes diferencias entre ricos y pobres. La justicia social, a través de una mejor redistribución de la riqueza es su norte. Hay, en el socialismo, un compromiso con los pobres y excluidos, donde todos deben tener también igualdad en derechos políticos. En el socialismo, el Estado asume un papel fundamental en la economía y control del excedente. Desde el Estado se promueven políticas para disminuir la desigualdad. Desde el Estado, también, se procura un aumento en la calidad de vida de todas las clases, sobre todo de las más desposeídas. Ideológicamente, el socialismo significa justicia social, comunidad, solidaridad e igualdad.
Pues bien, veamos ahora cuáles son los gobiernos que en Latinoamérica, en el giro a la izquierda, en la primavera socialista, emergen y toman el poder. En la primera ola se observa a Chávez en Venezuela (1.999), Lula da Silva en Brasil (2003), Kirchner en Argentina (2003), Evo Morales en Bolivia (2006), Michelle Bachelet en Chile (2006), Correa en Ecuador (2007) y Ortega en Nicaragua (2007). El término, “socialismo del siglo XXI”, luego, fue usado para definir la ideología de esos gobiernos “progresistas” que, en ese momento, como se puede observar, se encontraban gobernando en gran parte de América Latina. El discurso, a diferencia del socialismo del siglo XX, es de una izquierda renovada que busca un camino real para superar las grandes desigualdades, incorporando principios democráticos, medioambientales y de equidad de género.
Los gobiernos de esa primera ola, gracias al super ciclo de la economía mundial que les permitió descomunales ingresos, alcanzan una época de florecimiento. Con el impulso de Chávez, incluso, fundan la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), hoy en el más completo abandono. La gloria de estos gobiernos será interrumpida con un nuevo giro a la derecha. Entre el 2017 y 2021, un poco más de la mitad de los gobiernos en Latinoamérica se adscribirán a la derecha. No obstante, la izquierda volverá en Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Caso particular el de Argentina que, con Milei, gira después a la derecha.
En esos países, las contiendas democráticas libres garantizan la alternancia del poder, además de promover los giros mencionados. Sin embargo, hay tres países, de ese grupo inicial, que adquieren más bien una corriente autócrata contraria a la alternancia del poder. Implementaron nuevas constituciones, que son verdaderas obras de ingeniería política para la reproducción del poder. Cambian, además, sus propias reglas cuando éstas se convierten en estorbo. Esos países son Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
En estos países, las elites gobernantes usan cínicamente el discurso socialista. Engañan con mucha demagogia. Son los más conspicuos mentirosos, corruptos, autoritarios, déspotas, oligarcas, insensibles, soberbios y abusivos. Con la retórica socialista, compran conciencias y manipulan las reglas para perpetuarse en el poder, aspirando el despotismo monárquico.
Si comparamos los valores del socialismo señalados en el inicio, éstos, en ningún caso, son socialistas. Cómo podemos llamarlos de socialistas si sus gobiernos, como en el caso de Venezuela, condenaron a millones de personas a la miseria. Aunque en su medula son de derecha, su doble moral es omnipresente. Son izquierdistas de corazón, pero derechistas de bolsillo. Critican al imperio, empero, en sus hábitos, son militantes del consumo capitalista y admiradores de sus principales marcas. Predican la sobriedad, mientras que, con la plata del pueblo, viven en la opulencia, con descomunales privilegios.
Ahora bien, en estos tres países, al cooptar al órgano judicial y tenerlo completamente subordinado al proyecto de poder eterno, sentaron las bases para una justicia corrupta y corroída. Instituyen el “cáncer” en todos los niveles del Estado.
El informe de Transparencia Internacional, coloca a estos gobiernos, entre los tres más corruptos de latinoamérica. A nivel mundial, se lleva la flor, Venezuela, ocupa el cuarto lugar. Mientras que Nicaragua se ubica en el décimo lugar.
Esos son los socialistas del siglo XXI.
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.