Piñera y los burócratas bolivianos
Ha fallecido el expresidente chileno Sebastián Piñera Echenique, que amó inmediatamente a su patria. No son pocos los que destacaron su gran compromiso democrático para generar riqueza en libertad y redistribuirla sin ningún tipo de contaminantes colectivistas o progresistas. A sus 74 años, ya había acumulado una fortuna personal de más de 2.400 millones de dólares, pero lo que pocos saben es que los primeros 50.000 se los ganó en Bolivia en 1975, como consultor que investigó el empleo público y las remuneraciones salariales.
Sebastián Piñera participó de la misión especializada encabezada por el economista estadounidense Richard Musgrave, cuyo informe con todas las conclusiones y recomendaciones fue publicado por el Ministerio de Finanzas. Uno de los colofones, suscrito por Piñera, estaba en contra de la política salarial boliviana que favorecía a los empleados no calificados y discriminaba al personal relativamente bien calificado de la administración pública. Un desprecio total por la idoneidad y el mérito. Si éste fue el problema que identificó Piñera queda por demás claro que después de 50 años la conducta malsana de los gobernantes ha sido transversal y ha empeorado con el tiempo.
Durante 2024, el Estado tiene que entregar el 58 por ciento de sus ingresos para cubrir los sueldos y salarios de los 453 mil funcionarios públicos, estimulado por el clientelismo político atado al aparato burocrático estatal. Este despilfarro de 156 mil millones de bolivianos causará severos desbarajustes en la economía boliviana y debilitará fuertemente el aparato estatal. El gasto público se ha incrementado, incluyendo los salarios de asesores cubanos y venezolanos que pretenden “calcar” en Bolivia los niveles de pobreza alcanzados en sus países. A todo esto, se suman las fuertes cantidades de dólares que tiene que gastar el Estado en esas subvenciones ridículas del siglo pasado que han dañado las reservas internacionales, especialmente las subvenciones a los hidrocarburos, entre otros bonos politizados.
El presidente Arce Catacora debe proscribir esa política clientelar e implementar la disminución radical del gasto en las remuneraciones de funcionarios públicos, cerrando especialmente esos kioscos innobles del masismo y esas instancias burocráticas muy vinculadas a “expresiones artísticas e histriónicas” que, por su bajo impacto en la sociedad, han terminado siendo un verdadero fracaso.
El cuaderno The structure of income distribution in Bolivia (1975), suscrito por Sebastián Piñera, y que forma parte del Informe Musgrave, contiene consejos importantes para jerarquizar la administración pública con cuadros profesionales idóneos y con remuneraciones justas y proporcionales. A ese cuaderno me remito por su actualidad palpitante. Gracias, presidente Piñera.
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC