Torciendo constituciones
La Constitución de Bolivia sólo admite una reelección continua. Las de El Salvador, Nicaragua y Honduras, ni eso. Evo Morales preguntó al pueblo boliviano en 2016 si se podía postular a la presidencia una vez más (ya lo había hecho en 2002, 2005, 2009 y 2014). El electorado le dijo que no.
Ese resultado en urnas confirmó la indisposición que causa en la gente la adicción al poder. En el caso de las constituciones centroamericanas, la sola propuesta de reelección está (estaba) incluso sancionada con pérdida de derechos políticos.
Ante ello, tanto Evo como Daniel Ortega (Nicaragua), Nayib Bukele (El Salvador) y Juan Orlando Hernández (Honduras) recurrieron a la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos suscrita en 1978. En ese documento, que equivale a un tratado, se dice que toda persona en las Américas tiene “derecho” y “oportunidad” de votar y ser elegida.
Con esa argumentación enclenque acudieron a sus tribunales constitucionales, que terminaron derogando los artículos de sus constituciones, en los cuales se mencionaba el tema. Cuatro “golpes” contra el orden constitucional. Gravísimo.
Bukele y Hernández son catalogados de derecha. Los otros dos, de izquierda. ¿Será así? Aunque finjan distancias ideológicas, son un solo cuarteto, el cuarteto Re.
Los discursos y consecuencias también los hermanan. Evo y JOH provocaron sendas crisis políticas en sus países por su capricho Re (JOH está preso en Estados Unidos y Evo, atrincherado en Chapare. A su vez, Bukele y Ortega han destruido el sistema de partidos, de equilibrios y contrapesos, erigiendo sistemas de partido único.
A su vez, en los cuatro casos, la justificación es idéntica. El pueblo está “contento” con sus reyes.
Usar la popularidad como puente hacia la disecación de la democracia siempre cobrará factura, que muchas veces pagan los pueblos y no tanto los gobernantes.
Columnas de LA H PARLANTE