La necesaria búsqueda de inversión privada extranjera
Pese a sus diferencias ideológicas y sus conflictos políticos, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos de la última década comparten el mismo objetivo en su gestión económica: atraer inversión privada extranjera para garantizar el crecimiento y desarrollar las potencialidades de los países.
El mayor flujo de recursos de empresas de Europa, Asia, EEUU y de la propia región ha logrado, por ejemplo, que en 2022 ingresara a Latinoamérica un total de 224.579 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED), la mayor cifra registrada en la historia. De ese total, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Brasil recibió 91.502 millones, Chile 20.865, Argentina 15.408, Uruguay 9.325, Perú 10.848 y Ecuador 829; Bolivia fue la excepción con un decrecimiento de -26 millones. Curiosamente, el monto invertido en el extranjero por empresas latinoamericanas, fue de 74.677 millones de dólares ese año, el monto más alto de la historia en ese ámbito.
Hay muchas razones internas y externas que explican este éxito, sin embargo, un factor fundamental ha sido la gestión personal de los presidentes con los empresarios extranjeros, y la aplicación de una especie de “diplomacia directa” concentrada en la búsqueda de inversión.
El pasado 8 de marzo, el presidente de Paraguay, Santiago Peña recibió a una delegación de empresarios cruceños liderados por la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), para explicarles las ventajas de invertir en industrias de ese país. Con este mismo propósito, el mandatario guaraní ha tenido encuentros con empresarios de EEUU, Chile, Brasil y España e incluso, al poco tiempo de asumir su cargo, recibió la visita del boliviano Marcelo Claure, interesado en invertir en la industria textil de ese país.
El presidente brasileño se reunió en mayo de 2023 con dirigentes de los más grandes grupos empresariales japoneses para explorar inversiones en tecnología para la transición energética y el desarrollo. Lula también ha buscado capitales privados con industriales de España, Portugal, Alemania, Catar, Arabia Saudita y China, e incluso con empresarios argentinos, para tratar inversiones en las áreas automotriz, energía, metalúrgica y de economía del conocimiento. Y con chilenos, para explotar los recursos hidroeléctricos.
El presidente Gabriel Boric también ha buscado a empresarios de EEUU para atraer inversiones en minería, energía, retail (comercio minorista), industrias del conocimiento y salud. Lo propio hizo con industriales franceses a quienes explicó las ventajas de invertir en hidrógeno verde y litio, además se reunió con mexicanos, españoles, argentinos y canadienses.
El uruguayo La Calle Pou ha optado por fortalecer la inversión de empresas chinas, sin descuidar a las brasileñas, norteamericanas y europeas. Boluarte ha buscado a empresarios de EEUU y Alemania, y el ecuatoriano Daniel Noboa, en su corta gestión ya se ha reunido con empresarios españoles y estadounidenses, con el mismo objetivo.
En casi todos los casos, los presidentes viajan con líderes empresariales locales o están acompañados de estos cuando reciben a los extranjeros. En sus intervenciones, se concentran en ofertar algunas áreas donde sus países precisan inversiones, y promueven las ventajas competitivas y la protección que otorgan a los capitales extranjeros.
Estas gestiones serían infructuosas si no fueran coherentes con las condiciones que se ofrecen a los inversionistas. En todos los casos, los estados han adecuado sus normas internas para garantizar igualdad entre las inversiones nacionales y extranjeras; la seguridad de que no habrá expropiaciones arbitrarias, que las controversias serán tratadas por tribunales internacionales; que está asegurada la libre transferencia de fondos y, adicionalmente; que las nuevas inversiones gozarán de tratamientos arancelarios preferenciales y facilidades en la importación de maquinaria y tecnología.
En contraparte, las empresas que ingresan sus capitales son conscientes de sus obligaciones en términos de derechos laborales, transparencia, pago de impuestos, combate al lavado de dinero, protección del medio ambiente, etc.
Los gobiernos buscan incrementar las IED porque son un factor importante para controlar el sobreendeudamiento y evitar ajustes fiscales traumáticos. Además, su incidencia ha sido fundamental para la recuperación de las economías y el crecimiento que están alcanzando varios países, sobre todo debido a que incorporan tecnología, generan fuentes de trabajo, aportan al equilibrio comercial e impulsan la industrialización.
Independientemente de sus intereses ideológicos, la mayoría de los presidentes han comprendido esta necesidad, y quienes no aprovechen la tendencia favorable para nuestra región condenarán a sus pueblos a soportar los efectos nocivos de otra década perdida.
Columnas de RONALD NOSTAS ARDAYA