¿Cuánto cuesta cada traidor?
Extraño y sorprendente... ¿o no?
Tengo la mala costumbre de preguntar en voz alta cuando no entiendo algo o cuando un asunto no me queda muy claro. Es por eso que estos días me puse a interrogar a mis amigos y conocidos acerca de sus presupuestos municipales.
Me explico. Leí y escuché a un montón de gente quejarse por aquellos que volvieron a sus pueblos por el Censo. Eso provocaría, me dicen, una pérdida para sus municipios.
Entonces, muchos trataron a esos viajeros como “traidores” y “malagradecidos” inclusive, en un terrible acceso de provincianismo. En efecto, estas actitudes no parecen muy propias de gente que se precia de moderna y abierta al mundo.
Obviamente necesitaba preguntar: ¿Cuánto perdían por cada “traidor” que se iba?, ¿de cuánto fue el presupuesto de su municipio el año pasado?, ¿de dónde proviene la mayoría de sus recursos? Digo, es información relevante para evaluar el “daño”, ¿no?
Y nadie me supo responder hasta ahora. Y estoy muy sorprendido. Entiendo que, siendo bolivianos, nos movemos en base a pasiones y sentimientos. Quemamos hierbas u organizamos procesiones para cambiar la realidad, no como esos pobres países que usan la ciencia y el intelecto (¡Qué manga de fracasados!). Pero igual, nunca hace daño manejar datos y números. Hasta para enojarse es posible utilizar las estadísticas.
¿O será que esto del presupuesto es sólo una excusa para expresar sentimientos más oscuros? No... imposible. Los bolivianos somos un pueblo bueno y noble, incapaces de sentir el mal. Malos con los números, pero de buen corazón, indudablemente. ¿O no?
Entenderán entonces mi confusión.
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ