Un foro cruceño para la libertad
Ya es demasiado tarde para que exista un candidato cruceño que pueda terciar a la presidencia de Bolivia el próximo año. Eso parece claro. Hay un par de ciudadanos orientales que son conocidos en el resto del país, pero no tienen la estructura política suficiente como para cosechar los votos que son necesarios para ganar en unas elecciones generales. Sin la posibilidad, como hasta ahora parece ser, de que aparezca un fenómeno de candidato propio, por lo menos los cruceños deberíamos decidir por la persona a quién darle nuestro apoyo, nuestro sufragio, mal que nos pese.
Si vamos a ser francos lo cierto es que no se conoce político cruceño que no hable de unidad. Ni político boliviano tampoco. Es que la unidad, de darse, es algo mágico, invencible. Y por eso mismo, por ser algo tan magnífico, es que no se da. Sencillamente porque la unidad no cae del cielo, sino que se forja trabajosamente, teniendo como base el diálogo, el desprendimiento y la fraternidad. Diálogo es otra palabra que está en boca de todos nuestros políticos, pero, lo malo, es que no se sabe que dialoguen entre ellos, que se entiendan entre sí.
Lo primero que se hace en Santa Cruz si se reúnen dos o más líderes es que cada quien acarree su claque, su barra brava, y que aturdan a quienes van a dialogar con insultos, cánticos y cohetes. Esta actitud nos lleva a la sospecha de que conciliar criterios no es lo más importante; peor aún, que no tiene importancia. Lo principal está en la calle, entre el gentío, que muchas veces acude a cambio de alguna recompensa. Existe la idea, muy primitiva por cierto, de que quien más grita, quien provoca más tumulto, es el ganador.
De ahí la necesidad de que los jefes políticos y los representantes de las más importantes instituciones cruceñas y de quienes viven aquí, contrarias a la dictadura masista, conformen un foro para el debate en libertad. Sabemos que esto suena a demasiada pretensión, a algo que está muy lejano de nuestras costumbres, que esto sólo se daría en sociedades evolucionadas. Pero es que justamente tenemos que avanzar en ese sentido, creciendo, y es así que en un foro de discusión política seria podrán darse cuenta entre los propios participantes qué ideas convienen a la región y al país, y quiénes son los hombres probos que las pueden llevar a cabo.
La chamuchina más confusa es la que vemos en muchos de nuestros políticos y los que piensan bien y lo han podido demostrar con obras tienen que bajar al nivel de los menos formados pero que exhiben lo que dominan mejor: el discurso demagógico y populachero. Hay en Santa Cruz gente seria, pero también priman quienes bajan el nivel de conocimiento y la discusión a algo deplorable. Y lo peor de todo es que en una población poco política como es la cruceña, se vibra por un candidato como se vibraría por el goleador en un equipo de fútbol. Ni más ni menos. Y eso no nos lleva a nada bueno. Mucho más grave todavía, no nos va a llevar a la conquista del voto en el occidente, que es fundamental.
Es muy común oír decir que un cruceño nunca va a poder ganar en el Collao. Que eso es como pedirle peras al olmo. Todo depende de cómo sea ese político. Porque no podemos olvidar que el general Banzer ganó, reiteradas veces, en todos los departamentos de Bolivia, hasta alcanzar la presidencia de la República. Y que el dr. Mario R. Gutiérrez fue elegido parlamentario nada menos que por el departamento de La Paz. Sucedía que sin que les faltaran adversarios en Santa Cruz —y a veces perdieran en su propia tierra— tenían visión de país, no sólo del terruño. El candidato cruceño para las elecciones de 2030 tiene que conocer suficientemente a Bolivia y a su gente, además de ser dueño de un respaldo contundente en su región. Santa Cruz ya no es como era hace medio siglo, cuando nuestras diferencias las arreglábamos entre cruceños. Hoy tenemos que contar con multitudes de otras regiones del país que votan, que sufragan exactamente igual que los oriundos, con el mismo valor.
De ahí la importancia de ese foro cruceño para la libertad o lo que se llame, donde se reúnan no quiénes quiera conseguir tres o cuatro escaños para sus partidarios, sino los que aspiren a ganar una cincuentena de curules o cedérselos a quién sea capaz de gobernar Bolivia. Eso es imposible con odios intestinos entre cambas, con discursos netamente regionalistas en busca de simpatías, con ofrecimientos que están alejados de la realidad. Es necesaria una paz interior, y no solamente hablar fuerte, sino escuchar. No gritar solamente sino oír.
El Comité Cívico podría tener a su cargo organizar un emprendimiento de esta naturaleza u otra institución que sea confiable para la mayoría. Es necesario que se acabe con la política tribal, “caciquista”, de amigos o parientes, y que los cruceños —todos los que vivimos en el departamento de Santa Cruz— podamos enrumbar nuestras aspiraciones coincidiendo con la realidad en que vivimos.
Columnas de MANFREDO KEMPFF SUÁREZ