La izquierda en el siglo XXI
Ciertamente, para hablar de la izquierda en el siglo XXI, es imperativo referirse primero a las que preceden en los siglos XIX y XX.
Antes, sin embargo, conviene referirse un poco a las formas de expresión. Algunos hablan de la izquierda en plural y otros, como en el presente, en singular. Entendemos que, cuando se utiliza la forma plural, se hace referencia a la presencia de varios tipos de izquierda. Ahora, cuando se habla en singular, la referencia es la esencia, el núcleo y el horizonte de la izquierda.
Cuando nace, en la asamblea que suscita la revolución francesa, a fines del siglo XVIII, el apelativo de izquierda tenía una connotación geográfica y de ubicación. Los jacobinos, que se ubicaron en el flanco izquierdo, proclamaban la libertad, la igualdad y el fin de la monarquía absoluta. La libertad, reivindicaba el derecho de los hombres a ser libres sin ninguna opresión y poder absoluto. La igualdad, a su vez, pregonaba la proscripción de todos esos derechos y prerrogativas que ostentaba la nobleza. La igualdad de derechos pretendía proscribir esas diferencias que se originaban en la cuna de nacimiento. Ninguna casta, por más noble que sea, podría tener más derechos que otros. Ahí radicaba, en principio, uno de los valores más importantes de la izquierda.
Luego, a fines del siglo XIX, con Karl Marx, la izquierda tomara otros matices. Se proclamará también la igualdad, pero, en este caso, la igualdad material, eliminando la propiedad privada, para alcanzar la soñada sociedad sin clases. El modo de producción capitalista, según esta doctrina, profundiza las diferencias de clase. El proceso de acumulación de capital, por parte de los dueños de los medios de producción —la burguesía—, dividía a la sociedad entre pocas personas cada vez más ricas y una inmensa masa de pobres explotados.
La revolución bolchevique de 1917, plasmará, en el terreno, las ideas de Marx y el socialismo científico. Se eliminarán la propiedad privada y el mercado para alcanzar el anhelo de la igualdad. El “Manifiesto comunista”, libro que produce con Frederick Engels, incitó a la clase obrera a tomar el poder para implementar esa sociedad sin clases a través de la “dictadura del proletariado”.
Si se observa bien, el horizonte de la izquierda fue siempre la igualdad. Primero la igualdad de derechos, luego, la igualdad material. Ahora, más allá de la igualdad, la izquierda tiene en sus entrañas también otros valores y principios fundamentales: la emancipación, la justicia social, la comunidad y la solidaridad.
Pues bien, en los hechos, esa igualdad que persiguió el socialismo científico a través de la economía planificada, verdaderamente, nunca fue alcanzada. Es como una estrella, tan lejana e imposible de alcanzar. En palabras de Norberto Bobbio, la estrella Polar.
Todos los países en los que se implementó la economía planificada en reemplazo de la economía de mercado fracasaron rotundamente en su intento de lograr la igualdad material. Si bien este modelo de organización de la economía y la sociedad persigue redistribuir el excedente económico a todos por igual, en los hechos, nunca funcionó de ese modo. En palabras de Von Hayec, la economía planificada es incapaz de generar excedentes y riqueza. En consecuencia, en todos los países que adoptaron este modelo, al no existir excedente, solo redistribuyeron pobreza. Cuba es la mejor ilustración.
La experiencia de redistribución igualitaria fue, en todo caso, funesta. No es que el modelo capitalista sea mejor. El libre mercado tiene un gran e irremediable defecto: la riqueza se concentra en pocas manos. Empero, al contrario de la economía planificada, genera excedentes.
En ese contexto, el derrumbe del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética (URSS), que se originan precisamente por la incapacidad de la economía planificada de generar riqueza, obligará a la izquierda, sin renunciar a los valores supremos, repensar su horizonte de igualdad material.
En ese sentido, desde inicios del XXI, la esencia de la izquierda, experimentará un significativo cambio. Ya no se trata de encontrar la igualdad, pues, es imposible alcanzarla. En su metáfora de “la estrella Polar”, Bobbio, dice que la izquierda debe seguir el camino que le alumbra la estrella de la igualdad. Caminando y dirigiéndonos hacia ella, sabiendo que nunca la alcanzaremos, lograremos algo extraordinariamente significativo: gradualmente, conseguiremos disminuir las diferencias.
Caminando al sueño de la igualdad, guiados por la luz de la estrella Polar, inexorablemente lograremos un mundo con menos diferencias, más justo y más equitativo.
Con todos los valores supremos a cuestas, la disminución de las desigualdades, debería ser el horizonte de la izquierda del siglo XXI. Ahora, claro, no de esos políticos, embusteros de “izquierda”, que utilizan cínicamente el discurso de la igualdad.
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.