¿Quién gana?
Seguimos de cerca el conflicto entre México y Ecuador que, indirectamente, es la pelea doméstica entre el correísmo/lopezobradorismo y sus rivales en el continente.
Así va el marcador.
MX
México tiene razón cuando denuncia que Ecuador ha violado el artículo 22 de la Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas. El párrafo en cuestión reza: “Los predios de la misión (diplomática) deben ser inviolables. Los agentes del orden del estado anfitrión no pueden entrar ahí, salvo consentimiento del jefe de la misión”. Como vimos, el jefe de cancillería en Quito, Roberto Canseco, se interpuso tratando de evitar el arresto de Glas. Ergo, no hubo consenso.
ECU
Ecuador rebate con otra convención, la de Caracas de 1954, que rige tanto como la de Viena. Allí, el artículo III dice: “No es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas ante tribunales ordinarios y competentes y por delitos comunes o estén condenadas por dichos delitos y por tales tribunales”. En efecto, Jorge Glas era un sentenciado por delitos comunes.
MX
La refutación mexicana en La Haya echará mano de la misma Convención caraqueña que en el artículo IV señala: “Corresponde al estado asilante la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución”. El estado asilante es México. En otras palabras, si la policía ecuatoriana no trepaba la reja el viernes, México hubiera estado ante la dura tarea de explicar por qué un receptor de sobornos de Odebrecht es un perseguido político.
Columnas de LA H PARLANTE