¡Felicidades a los trabajadores y a los empresarios trabajadores!
¿Qué se celebra cada 1º de Mayo? En el mundo entero se recuerda el “Día Internacional de los Trabajadores”, en Bolivia y en otros países, el “Día del Trabajador”. Pero, si tal festejo está dedicado solamente a los obreros, oficinistas y burócratas —empleados, todos— y se excluye a quienes son los que generan las fuentes de empleo, surgen dos preguntas adicionales: Los empresarios ¿no trabajan? Y si de veras trabajan ¿cuándo se hará un merecido homenaje a quienes lo arriesgan absolutamente todo para producir bienes y servicios, crear riqueza, pagar impuestos al Estado y dar empleo a los trabajadores?
El justificativo histórico para que el 1º de Mayo sea dedicado exclusivamente a los trabajadores tiene que ver con las luchas reivindicatorias y conquistas de la clase trabajadora, el movimiento obrero, los proletarios y obreros que al no tener medios de producción, su sueldo resulta de la venta de su trabajo, de su “desgaste sicofísico”, una retórica aplicable a la era de la Revolución Industrial, hace varios siglos atrás. Entonces, otra pregunta: ¿El empresario no se desgasta sicológica y físicamente, cuando arriesga a la hora de invertir y producir?
Sinceramente, me duele tal discriminación, no porque los compañeros asalariados no tengan el derecho de festejar sus victorias sociales, sino, porque, estrictamente hablando, me animaría a decir que, casi por definición, en la generalidad de los casos, un empresario, hombre o mujer —micro, pequeño, mediano, grande— trabaja muchas más horas que sus dependientes, incluso hasta comprometer su salud sin que a sus empleados les importe un bledo.
No lo digo despectivamente, de ninguna forma, porque los obreros, oficinistas y burócratas, absolutamente todos merecen mi mayor respeto en su condición de seres humanos, tal cual son, los empresarios. De ahí que, me gustaría escuchar por una vez en la vida, que un gobernante que se precie de estadista, visionario y, sobre todo, equilibrado en sus conceptos, manifieste la valía de los empleadores y no exalte solo a los empleados, así lo primero no sea políticamente correcto, pues se haría justicia al decirlo. Mi papá fue militar, instructor, obrero, profesional y empresario, sé de lo que hablo…
Que los empresarios tengan que “ganar”, no debería ofender a nadie, ni producir envidia en quienes no crean empleo, porque a diferencia del empleado, que a fin de mes tiene asegurado su sueldo y lo haga bien o mal, cobrará su paga, pues la ley así lo establece, el empresario debe sudar la gota gorda para ello y, les aseguro, no es una tarea fácil.
Cuando alguien se emplea para “vender su trabajo” sabe a qué atenerse, no depende del mercado sino de las leyes que obligan al empleador a pagarle, le vaya bien o le vaya mal.
Es triste oír que cuando se dice “obrero” o trabajador, inmediatamente se piensa en alguien super esforzado, pobre, triste y hasta explotado, pero cuando se dice “empresario”, todo cambia, el imaginario vuela, se visualiza a un potentado, un explotador de las masas nadando en dinero, exitoso, siempre alegre, descansado como si el dinero cayera del cielo. Pero, no es así, y es una injusticia dar un errado protagonismo a quien no es el principal actor.
¿Quién tiene la visión para hacer negocios? El empresario. ¿Quién arriesga su capital, su patrimonio familiar o saca un crédito para un emprendimiento? El empresario. ¿Quién organiza la producción de los bienes y servicios que consumimos? El empresario. ¿Quién se preocupa de abastecer el mercado? El empresario. ¿Quién planifica para exportar los excedentes y lograr divisas para el país? El empresario. ¿Quién ayuda al crecimiento y a la estabilidad económica? El empresario. ¿Quién paga impuestos para que el Estado pueda financiar su política social? El empresario. ¿Quién genera fuentes de empleo? El empresario. ¿Quién aporta a la seguridad social de sus contratados? El empresario. ¿Quién contribuye a nuestro bienestar? ¡El empresario!
Cuando un empleado entra a la fábrica, oficina o comercio donde trabaja, solo se debe preocupar por él y su familia, no así el dueño de esa fábrica, oficina o comercio, que debe preocuparse, además de sus empleados, por sus familias.
Al empresario todos le reclaman una y otra cosa; raramente alguien se jugará por él; nadie le perdona una deuda, así el negocio esté mal; si el exceso de trabajo pasa factura a su salud, no lo consentirán; nadie reconoce ni valora su sacrificio, al contrario, hasta hablan mal de él; si las cosas van bien, habrá aduladores, pero nadie a su lado si las cosas no funcionan, pese a su esfuerzo; nadie lo ayudará, muchos lo criticarán y el Estado no le perdonará un peso.
“Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira el carro”, dijo Winston Churchill, ex Primer Ministro del Reino Unido. ¡Qué pena!
Por el recién pasado Primero de Mayo, felicito a los trabajadores, pero no solo a los empleados, sino, también, a los empleadores… ¡A los empresarios!
El autor es economista, magíster en comercio internacional y gerente del IBCE
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