Fracaso del modelo económico social comunitario productivo
La dramática escasez de divisas, la falta de recursos para atender un conjunto de demandas de la sociedad civil, el vaciamiento de las Reservas Internacionales Netas (RIN), la venta del oro, la escasez de combustibles y la extrema necesidad de créditos externos, han puesto en cuestión el mentado modelo económico boliviano acuñado con el ostentoso nombre de: “Modelo Económico Social, Comunitario productivo”.
Como se sabe, los modelos económicos, establecen parámetros particulares en tres aspectos esenciales: la producción, la distribución (también del excedente) y el consumo. Obviamente, en esencia, deben procurar siempre prosperidad y el bien estar de la mayor parte de la población. Los indicadores, de los pocos modelos verdaderamente exitosos, reflejan precisamente resultados en esos dos campos.
Refiriéndonos, ahora, a algunos modelos económicos conocidos por su aplicación en diversos países, encontramos, en primer lugar, al libre mercado (capitalismo). Luego, a la económica planificada (comunismo científico), donde el Estado, al abolir la propiedad privada, es dueño absoluto de todo. Ambos modelos, en la producción, distribución y consumo, tienen posturas totalmente opuestas y antitéticas. Por otro lado, encontraremos a los modelos mixtos: combinaciones entre libre mercado y Estado, con exitosas experiencias en los Estados social demócratas, en la producción de excedentes y la justa redistribución.
Visto, en términos generales, esos casos, veamos ahora el modelo Económico Social, Productivo y Comunitario, boliviano, concebido como respuesta al fracaso neoliberal. De entrada, llama poderosamente la atención su largo y rimbombante nombre. Se trataría de una gran inspiración ideológica.
Más allá del pintoresco nombre, de acuerdo a documentos oficiales y el último libro (2023) del ideólogo, el ex ministro de economía y actual presidente, el modelo sería un periodo intermedio, en tránsito, de un sistema capitalista a una sociedad socialista. Se basa en una fuerte presencia del Estado, en sectores estratégicos que generan riqueza y excedente: hidrocarburos, minería, electricidad y recursos naturales. De acuerdo al papel, el modelo, pretendería “abandonar la fase primaria-exportadora, en camino a una Bolivia industrializada. Los excedentes y la riqueza que generarían esos sectores, estarían destinados a la diversificación de la matriz productiva, para dejar de ser exportadores de materias primas. Se trataría de un salto a la industrialización de nuestras materias primas, para vender y exportar productos con alto valor agregado. Sin duda, los objetivos del modelo, en el papel, son loables.
Con esa breve y general descripción veamos, ahora, los resultados del modelo, con vigencia desde 2006, en dos etapas. La primera, de 2008 a 2014 y la segunda, de 2015 a 2023.
En la primera, conocida como el milagro económico de los “chuquiago boys”, los resultados son fabulosos. En virtud al “boom” de los precios de los commodities, en el mercado internacional, la economía experimentó una asombrosa bonanza económica. El comportamiento de las variables macroeconómicas, entre ellas, el Producto Interno Bruto (PIB), la inversión pública, las exportaciones y las RIN, fueron excepcionales. Fue una época de “vacas obesas”, pues el apelativo “vacas gordas”, queda corto e insuficiente en relación a la magnitud de la bonanza. Estos números, entusiasmaron tanto al ex presidente Morales que, al resaltar el tamaño de la bonanza, señalo: “la economía en Bolivia está siendo manejada por los indios, ya no por los gringos, por los “Chuquiago boys”, ya no por los Chicago boys”.
En la segunda etapa; sin embargo, el crecimiento y los números se vienen abajo, poniendo de manifiesto la vulnerabilidad y la dependencia del modelo —que no había sido blindado— al mercado externo y precios de las materias primas. Los ingresos, por renta petrolera, en 2023, disminuyeron en más del 50%, si comparamos con los de 2014, fundamentalmente, por la reducción en los volúmenes de gas exportados. El gas, se acabó. Se alquilarán, ahora, los ductos bolivianos a la Argentina para que pueda enviar su gas al Brasil. El déficit público, sostenido desde 2015, está en el orden del 8% anual, en relación al PIB. La situación es extremadamente compleja. Con las RIN bajas —las más bajas en la historia—, nuestra economía es altamente dependiente del crédito externo.
Veamos ahora, finalmente, las razones de este fracaso. El modelo, proyectaba la reinversión y utilización del excedente en la diversificación de la matriz productiva, para dejar el modelo extractivista primario-exportador.
Esto no sucedió, pues, la cleptocrática élite azul, dilapidó la oportunidad histórica de reinvertir racionalmente el excedente. Hubo, más bien, despilfarro y borrachera. Otros, dirían que hubo “orgía”. A esto se le debe sumar la megacorrupción. De este tipo de manejo y administración del excedente, emergerá también una insólita clase: los nuevos ricos azules, que forjarán enormes fortunas desde la burocracia estatal.
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.