La burocracia es perversa y antigolpista
Muchos de los burócratas bolivianos, especialmente los que rondan el aparato estatal del nivel central, son parte de unas redes de poder y mantienen relaciones personales que les permiten empernarse en sus puestos de trabajo si es posible hasta la muerte natural del individuo. Es por demás sabido en todo el mundo que estas redes incluyen conexiones políticas, intercambio de favores y protección mutua entre funcionarios, pero lo que ocurre en Bolivia es que estas redes han tocado los niveles más sofisticados de lealtad y fidelidad en un ambiente extremadamente corrupto. El burócrata boliviano es prácticamente un esclavo político.
Los guionistas del fallido golpe de estado del pasado miércoles 26 de junio, incluyeron entre las muchas escenas, una en la que el jefe del Estado salía al balcón del Palacio Quemado junto con otros subalternos para echarse en los brazos del pueblo y recibir los vítores de gentes humildes. Así estaba escrito, pero en la ejecución faltó el pueblo y los arengadores no eran nada humildes, eran servidores públicos amañados y entrenados para agitar en medio de un acto histriónico, copado de muecas hipócritas y forzadas. Prácticamente los jefes sacaron a empellones a sus servidores públicos para asistir a ese acto muy contaminado de histeria colectiva.
Es que las razones son muy perversas para que los burócratas del sector público tengan que someterse y “actuar” en escenarios masivos para construir el imaginario de lo que se debe entender como “apoyo popular”, o lo que es peor “incrementar la imagen pública del presidente”. Una de esas razones señala a estos esclavos políticos que no quieren dejar sus cargos o se resisten a las reducciones de personal, pero actuaron como “antigolpistas”.
Quizás alguien con mucha astucia amenazó a estos funcionarios que, si no apoyaban al gobierno en los instantes del “golpe”, porque el próximo gobierno de facto no dudaría en retirarles forzosamente, sustituyéndoles con otros pillos que tienen los mismos afanes de seguridad laboral. Para algunos burócratas, especialmente aquellos con una mentalidad muy limitada, sacrifican muchos de sus derechos solo por pertenecer al sector público, ya que les puede resultar difícil encontrar empleo equivalente en otros sectores económicos donde la mayoría honesta del país lucha por el pan del día.
Como nunca en la historia de Bolivia, el aparato estatal se ha plagado (en el sentido más básico y despectivo) de seres incultos y menesterosos, que han sacrificado su libertad individual por los seguros de vejez y de salud, además de otros incentivos, que por sus propios medios jamás encontrarían en el sector privado. Ni hablar de la impunidad de actos de corrupción que pueden de vez en cuando enriquecer a un pobre servidor público de la noche a la mañana, especialmente en esos ámbitos de la burocracia pública que carece de mecanismos efectivos de rendición de cuentas y lucha efectiva contra la corrupción. En esos huecos estatales es donde algunos empleados ponen en evidencia un desempeño deficiente o negligente, y no me equivocaría al afirmar que existen algunos servidores que técnicamente son analfabetos.
Esos buenos para nada asistieron el pasado miércoles a la plaza Murillo para arropar al presidente Arce Catacora, él mismo personaje que ahora está en condiciones firmes para destrozar el país económicamente debido a su administración negligente, a cambio de mantener los puestos burocráticos a los “fieles” que tanto gasto le provocan a las arcas estatales sólo para mantener en funciones a medio millón de gentes innobles, muy implicadas en actos de corrupción, tráfico de influencias, o uso indebido de fondos públicos.
Es importante tener en cuenta que no todos los empleados públicos actúan de esta manera, y que muchos burócratas están comprometidos y trabajan en beneficio del interés público; pero si el presidente Arce quiere mantenerse en el poder sería bueno que, con un guion cinematográfico muy bien diseñado y redactado, pudiera iniciar el proceso racional y justo de la reducción del gasto público. Este guion debería contemplar una escena en la que los burócratas incapaces son raleados del aparato público de manera ordenada, dando paso a la mejora inmediata de la delicada situación económica que ahora vivimos.
El autor es abogado
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC