Marcelo, memoria imprescindible
“Hablemos de los que mueren”, la memoria es imprescindible para no repetir errores históricos. Y es que la memoria y el olvido son un terreno en disputa, pues patentando aquello que debe ser contado del pasado, se crea la narrativa de lo acontecido y se esculpe la memoria colectiva, en definitiva, se crea la historia. “Queremos ir hacia el futuro, pero un futuro sin memoria no es nada (…) Un niño ignorante de lo bueno y de lo malo está indefenso ante cualquier posible manipulación. Tenemos que saber lo que ha ocurrido y el porqué, para poder evitarlo”, señala lúcidamente el escrito Pérez-Reverte.
Por tanto, debemos recordar que, el 17 de julio de 1980, el país vivió uno de sus episodios más aciagos, funestos y cruentos: el golpe de Estado perpetrado por Luis García Meza. La dictadura más sanguinaria que hemos vivido. Ese día se implantó un gobierno de la muerte con centenares de víctimas de tortura, asesinatos y desapariciones. Ese día, una ráfaga de metrallas militares descargó su furia en el edificio de la Central Obrera Boliviana (COB), donde varios líderes políticos se reunían para analizar la situación del país, ante la posibilidad de un golpe de Estado. Los paramilitares entraron al inmueble y sacaron a los dirigentes, Juan Lechín Oquendo, Simón Reyes, Oscar Eíd, Gualberto Vega, Carlos Flores, y Marcelo Quiroga Santa Cruz. Marcelo fue identificado por los matones militares, quienes lo apartaron del grupo y lo hirieron, posteriormente lo trasladaron al cuartel militar donde fue torturado y asesinado. Hasta el día de hoy, se desconoce el paradero de sus restos.
Debemos recordar que ese día nos arrebataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz, uno de los personajes más ilustres, consecuentes y honestos que tuvimos en el siglo XX en Bolivia.
Debemos recordar que el 17 de julio de 1980, cegaron la vida de quien era emblema de resistencia y de la crítica necesaria al poder. Marcelo Quiroga Santa Cruz cuestionó de frente al general Barrientos por la masacre de San Juan que propició, matando a decenas de mineros. En agosto de 1979 decidió iniciar un juicio de responsabilidades contra la dictadura de Hugo Banzer Suárez y la violación flagrante a los derechos humanos. De esta manera, permanentemente cuestionaba públicamente a las Fuerzas Armadas, y era consciente del peligro que corría su vida. Fue amenazado por Luis García Meza quien se refirió así “no se puede tolerar esos insultos a las Fuerzas Armadas, estas le pondrán en su lugar y yo como hombre”.
A pesar de las amenazas, con una convicción sólida e inmutable respecto a su papel con el pueblo boliviano, en favor de los sectores populares, la férrea defensa de los derechos humanos y el resguardo de la democracia, en el alegato pronunciado en el parlamento dijo: “Y sabemos que más temprano que tarde se cobrarán esto que estamos haciendo, y estamos dispuestos a pagar ese precio. Siempre estuvimos dispuestos, jamás rehuiremos, porque mucho más temible que ese enemigo que busca anularnos físicamente es una conciencia culpable, y no podríamos soportarnos a nosotros mismos sino cumpliéramos nuestro deber”.
Debemos recordar que el asesinato de Marcelo no fue fortuito, pues la mano siniestra del dictador Hugo Banzer Suárez se encontraba por detrás y se estrechó en complicidad con la del otro sombrío dictador Luis García Meza.
Para no repetir la implantación de la bota militar a través de dictaduras que nos arrebatan vidas de compatriotas, el 17 de julio se declaró como “Día Nacional de la Memoria” en reconocimiento a las víctimas de las dictaduras suscitadas entre 1964 a 1982, y con especial recuerdo a Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien es memoria imprescindible de nuestra historia.
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ