Los escaños son caños
Si no se modifica, constitucionalmente, la composición de los escaños parlamentarios, y se aplica los resultados del último censo, Santa Cruz sumará diputaciones restando curules a otros departamentos, como será el caso de Potosí.
El efecto que podría tener ese hecho ha motivado que el presidente Arce proponga modificar parcialmente la Constitución Política del Estado mediante un referendo en el que, entre otros dos temas, la gente daría a conocer si quiere que se modifique el artículo 146, en la parte que dice que “la distribución del total de escaños entre los departamentos se determinará por el Órgano Electoral en base al número de habitantes de cada uno de ellos, de acuerdo al último Censo Nacional”.
Si se diera el cambio, una posibilidad sería aumentar escaños para que Santa Cruz tenga más diputados, pero sin quitar nada a los otros. Parece una solución justiciera, pero no lo es tanto si se revisa la historia parlamentaria.
Si de sus congresos nacionales se trata, Bolivia es un país en el que la calidad siempre ha estado por encima de la cantidad y el mejor ejemplo de eso es su primera asamblea, la mal llamada “deliberante”, que se reunió en 1825 y determinó su independencia y la creación de un nuevo Estado. Esa asamblea estuvo conformada por 48 diputados de los que sólo dos representaban a Santa Cruz y estos ni siquiera participaron en las sesiones, puesto que arribaron a Chuquisaca cuando aquellas ya estaban terminando.
Potosí era el Departamento con la mayor cantidad de diputados, puesto que tuvo 14, pero estos no usaron su superioridad numérica para imponerse en las sesiones ya que la representación más influyente fue la de Charcas, o Chuquisaca, que tenía justo la mitad; es decir siete.
Si revisamos las actas de las sesiones, tanto públicas como secretas, de aquella asamblea, veremos que la voz de mando era la de Casimiro Olañeta a quien secundaron José Mariano Serrano y Manuel María Urcullu, en ese orden. La influencia de los “doctores de Charcas” es todavía más asombrosa si se toma en cuenta que, de esa representación de siete diputados, sólo esos tres eran de lo que hoy es Chuquisaca puesto que los otros cuatro habían sido elegidos por Oruro, que en ese momento de la historia todavía no era departamento.
Tres de 48 diputados decidieron todo lo importante en 1825, desde la independencia del llamado Alto Perú hasta la creación de un nuevo Estado y la ley de premios al Ejército Libertador Unido del Sur. Con obvias variantes, esto se repitió a lo largo de los años, así que los números no siempre pesaron en las decisiones.
Los escaños son simple cantidad, que poco o nada sirven para el desarrollo de los pueblos. Actualmente, son caños de una sociedad que no termina de entenderse como país. A partir del análisis histórico, incrementar su número parece un mal negocio.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA