Un inventario de la destrucción
Hace unos días se presentó en Cochabamba el libro La casa despojada. Conflictividad ambiental en Bolivia. El acertado título ya permite imaginar mucho, y nada bueno.
María Soledad Quiroga (directora de Fundación Unir), Pablo Ríos, Huáscar Pacheco y Nicolás Urioste entregan así un trabajo muy serio y bien hecho, una guía completísima y actualizada de todos los graves problemas ambientales que nos rodean, a todos.
Básicamente, en el minucioso estudio se identifican cinco grandes campos de afectación: la contaminación, la pérdida del bosque (deforestación), agua, sequía y escasez, y obras de infraestructura (por ejemplo, represas). En todos los casos, viendo quiénes resultan las víctimas, quienes los causantes, qué dice (siempre en vano) la ley, cómo se vienen las consecuencias, qué se trató o no de hacer...
Como libro de consulta, es también un compendio de todo lo importante que pasa y hay que saber. Más que un libro de lectura lineal, es una herramienta e instrumento, un parte y un informe. ¿Quisiera usted saber en qué situación anda la problemática del agua en Bolivia? ¿O querría enterarse del tamaño de tierras y bosques que devastan los menonitas? ¿Y cuánto de mercurio vienen echando los mineros a los ríos bolivianos? ¿Qué graves problemas de salud se están produciendo? Hojeando, saltando y leyendo, pasa uno por todos los temas y da la impresión de que ninguno quedó de lado. Las 220 páginas del libro (formato grande) están abarrotadas de hechos y datos y, para los comprometidos en el tema, sin duda que inmediatamente pasará a ser un imprescindible tomo de referencia.
Aunque dé cuenta de verdaderos desastres, por otra parte, el libro siempre está fría y eficientemente redactado, como en un estricto informe impersonal, y aunque en el fondo se esté detallando una lista de agravios, en ningún momento se incurre ni en la queja ni en la diatriba; el estudio se limita sólo a presentar los hechos, tal cual, basándose en un gran banco de datos pacientemente recogido de todas las fuentes habidas y por haber (detalladas al final). Entre los hilos metodológicos que le dan sustancia al libro, están las citas y extractos de las decenas de entrevistas que condujeron los investigadores, desde guardaparques, a activistas ambientales, autoridades institucionales y una larga serie (detallada al final) de personas involucradas. Y aquí hay algo verdaderamente alarmante. Al final de las listas anexas de entrevistados, en la ultimísima página del libro, figura lo siguiente:
Personas/Instituciones que no concedieron entrevista hasta el cierre de la investigación
¿Adivina usted quiénes fueron?
Pues justamente los que más interesados debían estar, los que directamente se encargan, desde el gobierno, de afrontar todos estos temas y conflictos.
Pero ahí los tenemos. Se esconden, no dan la cara, rehúyen cualquier contacto con cualquier instancia exterior al MAS. Es que eso es, simplemente, todo lo que son: militantes masistas puestos en esos cargos para que hagan quién sabe qué. Piense usted todo lo mal que quiera: acertará.
En la mencionada página, se dan sus nombres y sus puestos, pero sería muy largo copiarla; abreviemos: todos los que están a cargo de asuntos mineros, agrarios, de bosques, áreas protegidas, “madre tierra”... 10 instancias gubernamentales. De las diez, ninguna quiso/pudo responder. Diez. Eso es mucho. Algo que delata, sin duda, el saqueo masista a conciencia de Bolivia, de sus recursos y dineros. No en vano se trata del gobierno más corrupto de la historia.
El problema en Bolivia, con todo, es que, si no fueran los masistas, quizá con menos descaro, pero igual, otros grupos quizá tampoco tratarían de afrontar ecológicamente el asunto, sino que, otra vez, seguirían en el camino de la devastación extractivista. ¿Es aún recuperable Bolivia?
Es contra esos rostros “ambientales” de la destrucción, trazando el inventario de la misma, que libros como este se erigen, en una callada lucha que empieza por saber qué es exactamente lo que pasa, a tiempo de que se pone ese conocimiento al alcance de todos.
En este contexto y para cerrar, un dato que debiera interesar a los cochabambinos: un amigo conocedor del cerro y sus quebradas, me acaba de mandar unas fotos y filmaciones por teléfono del importante río o quebrada Taquiña, ahora un arroyuelo, por el que están bajando aguas negras, fétidas, absolutamente contaminadas. Y escucho, de otro lado, que la minería ya llegó al Parque Tunari. Que ya tiran sus tóxicos sobre la ciudad. Malos tiempos.
Para descargar el libro:
https://unirbolivia.org/noticias/la-casa-despojada-conflictividad-ambien...
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.