Similitudes y polaridad
El modelo populista-estatista conducido por el MAS se ha agotado al igual que, en su momento, se agotó su hermano gemelo, el modelo neoliberal. También es evidente que uno incuba al otro y viceversa, y de este modo alcanzan vidas paralelas polarizantes.
En nuestro país, el neoliberalismo impuesto con el DS 21060 bajo la presidencia de Víctor Paz (1985-89) y profundizado con Gonzalo (Goni) Sánchez de Lozada (1993-1997) con el Plan de Todos y la ley de capitalización, se gestó como solución a la grave crisis económica y social generada por las políticas populistas/estatistas de los gobiernos del MNR desde 1952 (V. Paz y H. Siles) y de los militares que usurparon el poder (Barrientos, Ovando, Banzer, García Meza). Esa crisis con hiperinflación, déficit fiscal, corrupción, etc. se agudizó en el gobierno de la UDP (1982-85) y la solución fue el decreto 21060 que fue parte de la receta del Consenso de Washington.
Durante los casi veinte años de aplicación del modelo neoliberal se lograron varias metas de institucionalidad, estabilidad económica y desarrollo en algunas áreas productivas, pero no se logró resolver el proyecto de desarrollo del país, ni los problemas sociales, lo que llevó a su agotamiento, devorado por una fuerte crisis política, social y sobre todo de corrupción. Si ese modelo neoliberal hubiera sido exitoso, no estaríamos en la situación crítica en la que nos encontramos ahora, y quizá nunca se le hubiera abierto el camino al ascenso del MAS al poder. La agudización de la crisis del neoliberalismo se encuentra entre los años 2000 y 2005, con un punto de quiebre en octubre de 2003 cuando Goni tuvo que renunciar a la presidencia, fugar del país, en medio de fuertes protestas sociales y con más de sesenta muertos en su conciencia.
El neoliberalismo tomó medidas rigurosas en materia económica, pero descuidó la parte social esperando que ellas se resuelvan, automáticamente, en función de la consolidación del proceso. La “relocalización”, en realidad despido de trabajadores mineros y empleados del Estado, generó procesos migratorios insospechados y el crecimiento de actividades económicas informales y con ellas el surgimiento y reforzamiento de formas organizativas como sindicatos y federaciones creados para protegerlas. El modelo neoliberal incubó el masismo ya que gran parte de esos trabajadores relocalizados establecieron su actividad económica en el Chapare, El Alto, La Paz y en todo el borde fronterizo con Chile, convertidos, luego, en los bastiones duros del masismo sobre la base de los dichos sindicatos y federaciones, posteriormente denominados movimientos sociales, muchos de los cuales ahora forman parte del pacto de unidad a través de su filiación a organizaciones matrices nacionales
El modelo incubado por el neoliberalismo fue, nuevamente, el modelo nacional populista denominado modelo socio-comunitario-productivo, cuya autoría se la auto atribuye Arce Catacora, encarnado por el MAS como partido y liderado por Evo Morales. La nueva aplicación de medidas nacionalistas y populistas como respuesta a la crisis del neoliberalismo, llevó al país al otro polo de los modelos económicos, el estatismo, del que vemos resultados poco satisfactorios en cerca de veinte años de aplicación y en franco proceso de agotamiento cuyas consecuencias estamos recién empezando a sentir.
Es interesante percatarse de la similitud que tienen, en su agotamiento, los hermanos gemelos (neoliberalismo y populismo estatista) ya que, en otro octubre, esta vez en 2019, el modelo populista estatista inició su proceso de quiebre cuando Evo Morales tuvo que renunciar a la presidencia, fugar del país, en medio de fuertes protestas sociales y con más de veinte muertos en su conciencia. La similitud de estos procesos, luego de octubre 2003 y de octubre 2019, fue la lenta agonía de dos modelos camino a su agotamiento.
En resumen, del modelo nacional populista pasamos al neoliberalismo, para luego volver al modelo popular estatista del MAS en 2005 cuya agonía vivimos.
A 39 años del DS 21060, hay quienes sostienen que, frente al descalabro populista que vivimos, es hora de cambiar, nuevamente, de polaridad hacia un neoliberalismo remozado, sin analizar las causas y problemas que lo agotaron, olvidando el costo que tiene para nuestro país el seguir siendo arrastrado de una banda a otra.
Este movimiento pendular debe parar y deberemos encontrar los justos medios que permitan construir el país con base en la institucionalidad democrática y republicana para resolver nuestros problemas con respeto a la propiedad, seguridad jurídica, libertad de mercados, un Estado de dimensión adecuada y una gestión eficiente, pero con un contrato social que permita distribuir las cargas y los beneficios, allanar las desigualdades y generar condiciones de desarrollo económico y social más armonioso y de largo plazo.
Hay que superar el péndulo de los fundamentalismos que ahogan las posibilidades de desarrollo e impiden la superación de las fuertes desigualdades económicas y sociales.
Los Tiempos y la plataforma UNO fomentan el debate plural pero no comparten necesariamente los puntos de vista del autor.
Columnas de EDGAR CADIMA G.