¿Que país estamos dejando?
¿Qué país estamos dejando? ¿Bolivia es realmente un Estado de derecho, donde las autoridades ejercen su mandato para proteger el bienestar común? La realidad que vivimos hoy parece decir lo contrario. Es alarmante y desgarrador ver cómo nuestro país puede ser paralizado por la voluntad de unos cuantos, mientras el gobierno, las instituciones y las fuerzas del orden se muestran incapaces de defender y proteger la estabilidad que tanto necesitamos.
Hace dos semanas, los bloqueos y las protestas, organizados principalmente por sectores con influencia en los altos mandos, han puesto en jaque a toda la nación. Estas acciones afectan desde el comercio hasta la seguridad pública, extendiéndose por todo el país y afectando las calles, las carreteras, la economía y el ánimo de un pueblo que ya no sabe si puede confiar en sus autoridades.
Estos grupos no solo bloquean carreteras, sino que generan un clima de confrontación y violencia que empeora con cada intervención de las fuerzas del orden. Policías heridos, ciudadanos aterrados, comerciantes quebrados, agricultores y productores abandonados: esta es la realidad de un país al borde del caos.
¿Cómo es posible que el interés de estos grupos tenga más fuerza que el propio Estado? Esta es la pregunta que todos nos hacemos y que indigna a quienes nos observan desde fuera. La Bolivia de hoy es un reflejo de años de conflictos no resueltos, de divisiones profundas entre sus propios ciudadanos, y de una estructura de poder que parece haberse desviado de su verdadero propósito.
No podemos negar que esta historia de inestabilidad no es reciente. Años de promesas incumplidas, de autoridades que prometieron construir una nación de paz y prosperidad, pero que, en cambio, han dejado tras de sí un legado de división y resentimiento. La misma Bolivia que, en algún momento, fue vista como un ejemplo de cambio y renovación en Latinoamérica, hoy es el retrato de un país atrapado en su propio laberinto, en el que los intereses partidarios y personales han destruido el sueño de construir una patria digna y segura.
La situación que enfrentamos hoy es crítica. Cada día de bloqueo, cada enfrentamiento, cada acto de violencia, es un golpe directo a nuestra economía y nuestra dignidad. Los costos no se limitan a lo económico, aunque eso sea alarmante: las pérdidas en sectores como la agricultura, lechería ,forecultores y la industria , el comercio y el turismo suman miles de millones de bolivianos que jamás recuperaremos. Pero lo más grave es el costo social. En una sociedad justa, es desgarrador ver cómo la gente humilde no puede comprar lo esencial para su sustento debido al alza de precios. La inflación, los bloqueos y el desabastecimiento están afectando a quienes menos tienen, y este panorama es una muestra más de la desprotección que viven día a día los ciudadanos. Los bloqueos han herido algo más profundo: la confianza que el boliviano tiene en su propio país y en sus instituciones. Nos estamos convirtiendo en un país donde el miedo y la incertidumbre dictan las decisiones de cada ciudadano. ¿Qué mensaje le estamos dando al mundo? Que Bolivia es un país donde reina el caos, donde no existe respeto por el otro, y donde quienes tienen el deber de gobernar han decidido ser espectadores de su propio pueblo.
A esto se suma la desilusión que provocan instituciones que deberían estar al servicio del pueblo, como la aerolínea estatal BoA, que se presenta como "la aerolínea de los bolivianos". BoA ha demostrado, en estos tiempos de crisis, una desconexión con el pueblo que dice representar. Mientras que aerolíneas privadas como Amaszonas y AeroSur en el pasado transportaron gratuitamente a compatriotas durante crisis y trajeron de vuelta restos de bolivianos y lo hace actualmente Ecojet siendo empresa pequeña y privada desde el extranjero. BoA se ha vuelto inaccesible y costosa para la mayoría que quieren movilizar e por los Bloqueos Aunque dicen representar a todos los bolivianos, han subido sus precios y no han mostrado gestos de solidaridad en estos momentos críticos. ¿Es realmente BoA "de los bolivianos", o es solo un privilegio para unos cuantos?
Es momento de entender que el bienestar y el progreso de una nación no pueden ser sacrificados en nombre de intereses políticos o ambiciones personales. A quienes hoy dirigen nuestro país, tanto en el gobierno como en la oposición, les recordamos que el mandato de una autoridad es más que un símbolo de poder; es un compromiso con todos y cada uno de los ciudadanos que forman esta nación. Si quienes están en el poder continúan tolerando el caos, permitiendo que los conflictos y el desorden se apoderen de Bolivia, el país entero pagará el precio, y será un precio que no podremos recuperar.
Bolivia merece un futuro mejor, pero para alcanzarlo, necesitamos autoridades que tengan el valor de defender la paz, la justicia y el bienestar común. No se trata solo de resolver los conflictos de hoy; se trata de construir una nación en la que cada boliviano pueda vivir en paz, con la seguridad de que sus derechos serán protegidos, de que su trabajo será valorado y de que sus hijos podrán crecer en una tierra donde el respeto y la dignidad sean la base de una sociedad justa.
La pregunta ya no es solo qué nos pasa; la verdadera pregunta es: ¿qué estamos dispuestos a hacer para cambiar el rumbo de nuestro país? Da pena las preguntas que hace la Aduana a los turistas y al resto de viajeros a la llegada en Santa Cruz:¿por qué trae tres camisas nuevas? a pilotos de Air Europa y en lo personal me preguntaron por qué traigo 10 rollos de papel higiénico, ¿se imaginan? ¿dónde está eso que tenemos mil dólares de liberación? O mejoramos poniendo gente más capaz o adiós turismo.
El autor es asesor aeronáutico, klariclab@yahoo.com
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