Árboles y calor extremo
Las temperaturas máximas de los últimos días en la ciudad de Cochabamba superaron los 25 grados Celsius (°C) y ayer fue de 30. No es un dato extraordinario si consideramos que en enero de 2023 se registraron entre 33 y 36°C, y a principios de octubre de ese año alcanzó los 37,8.
Calores tórridos como ésos pueden repetirse, o superarse, en los tres meses que nos separan del otoño, que comienza en marzo, y eso no sería sorprendente pues el planeta está calentándose de manera irreversible y acelerada.
Así lo dejan prever los registros del verano de 2024 en el hemisferio norte, de junio a septiembre, cuando se superaron varios récords de altas temperaturas siguiendo la tendencia de los últimos años.
La temporada de calor al norte de línea del ecuador de la Tierra, ha sido la “más calurosa en el planeta desde que hay registros, según los datos del programa europeo Copernicus, referente mundial en monitorización climática”, señala un artículo difundido ayer por la española agencia de noticias EFE.
“El 2024 registró una anomalía térmica de 1,5 °C de promedio a nivel global, lo que supone una clara advertencia del efecto acelerado del cambio climático”, agrega la nota.
Esa intensificación de los impactos del cambio climático ha marcado este año con fenómenos “inéditos como las lluvias torrenciales en el desierto del Sáhara en Marruecos tras el verano boreal o las trágicas inundaciones de dimensiones nunca vistas en la ciudad española de Valencia a finales de octubre, con más de 220 muertos”, agrega EFE.
La deforestación tiene mucho que ver en esto, pues “conlleva un peligro que suele pasar desapercibido: exacerba el cambio climático”, señala el reportaje Cómo detener la deforestación puede ayudar a contrarrestar la crisis climática, publicado en julio de este año en la página web del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Esa relación entre temperaturas elevadas y menos árboles es aplicable a las ciudades y en Cochabamba, donde de las 13.854 de su superficie urbana total sólo 357 hectáreas son arbolada, es decir: apenas un 2,5 por ciento.
“El cemento retiene el calor, además lo refleja, funciona como un espejo; eso no pasa con el pasto o la tierra, que más bien lo atrapan. La población debe conocer la importancia de los árboles”, decía en octubre de 2018 la responsable del área forestal de la Alcaldía, citada en un reportaje publicado en Los Tiempos.
Es poco lo que los cochabambinos podemos hacer para detener la crisis climática planetaria, pero nuestras acciones pueden tener un impacto significativo en la ciudad que habitamos.
Se trata de ampliar la cobertura arbórea secundando las iniciativas de instancias municipales en esa dirección. Es decir: cuidar de los arbolitos para que prosperen e instruir a los niños acerca de la importancia que tienen para el bienestar de todos.