Las vivezas preelectorales
La sanidad política ciudadana se va esfumando. Se van perfeccionando las habilidades y los recursos para estar dentro del gobierno, sin interesar cual sea el contenido de este, más aún, como en el caso presente en el que la realización de las elecciones generales es incierta por lo que optan por “jugar a varias cartas”.
Unos afilan sus artes para conseguir ser ministros, viceministros u ocupar algún cargo público “rentable”, otros bregarán para lograr ser diputados o senadores procurando figurar en la “franja de seguridad” de las listas de candidatos, sin descuidar las órbitas departamentales, como gobernaciones y municipios que suelen ser suculentos.
Los pretendientes a estas formas de vida, despojados de prejuicios, emplean variados métodos de acción.
Por ejemplo, en la ciudad de La Paz, por ser sede del gobierno, se ha desarrollado de manera natural una capa de profesionales y no profesionales que conocen al dedillo los “maravillosos” mecanismos del funcionamiento burocrático, estos son los que al cambio de Gobierno saben cómo presentarse ante las nuevas autoridades, aún desorientadas en sus cargos, convenciéndoles para asesorarles y formar parte de su equipo enseñándoles cuáles son las mágicas formas de conseguir ganancias personales a costa del Estado.
Su presentación la realizan cada vez que se produce un cambio de Gobierno; es decir, pasan los Gobiernos pero ellos quedan. Poseen impresionante experiencia en la corruptela al extremo que inclusive alguno de ellos puede llegar a ser impensado presidente del país.
Pero hay otros, en cada departamento, que se movilizan como verdaderos exploradores o rastreadores. Se aproximan a algún conocido, militante de algún partido en campaña, y entre alabanza y alabanza examinan la fuerza o popularidad que pueda tener tal agrupación —e incluso colaboran “artesanalmente” de una u otra forma, por ejemplo haciendo bulla y aplaudiendo en las proclamaciones proselitistas—, esa indagación la van ejecutando también en otros partidos y se quedan con la agrupación política que muestre mejores posibilidades de éxito, no importándoles de que línea sea o qué tipo de programa pueda tener.
Hay otros más explícitos. Envían hasta cartas a la cúpula partidaria ofreciendo directamente recursos económicos para la campaña señalando que tienen dominio sobre determinada materia, insinuando entre líneas, el cargo que desearan ocupar en caso de triunfo electoral, actividad que la desarrollan con varios partidos a la vez.
Hay otro espécimen de dotes únicas, variedad de tránsfuga que constantemente vive transitando de un Gobierno a otro medrando del poder, pero que en la etapa preelectoral se repliega políticamente para públicamente decir, “… ahora que estoy retirado de la política…” discurriendo sobre cosas intrascendentes para no comprometerse.
Sobresale en este personaje su, “ahora que”… y, ¿antes qué?, qué hizo, qué cargo o puesto ocupó, dónde estuvo, ¡pero claro, estuvo metido con el anterior Gobierno! gozando de los placeres del poder, de ese Gobierno acerca del cual ahora sufre amnesia total. Actúa como ángel sin sexo, sin partido, esperando pacientemente al próximo triunfador político y… ante este se presentará, gentil, cariñoso, amigable y ofrecerá sus buenos servicios y todos dirán “es un buen tipo” y así nuevamente estará encaramado en los niveles de poder.
En fin, esto sí que es “democracia”, amplia libertad para ser ubicuo y generosamente flexible de pensamiento y de obra para estar con uno y con otro Gobierno.
Son modos de vivir que dan para vivir y vivir bien, y en premio de su anchuroso “espíritu democrático” hasta le llegarán honores. Así nomás es todo esto.
El autor es jurista
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA