La guerra comercial de Trump
El inicio —y la casi inmediata suspensión temporal— de la guerra comercial lanzada por el presidente de EEUU, con sus vecinos Canadá y México, y con el otro gigante de la economía mundial: China, repite la estrategia geopolítica practicada por Donald Trump hace ocho años, durante su primer mandato de presidente de EEUU, pero en las condiciones actuales de la economía mundial su alcance y consecuencias son aún más inciertos.
Además, la agresiva política exterior puesta en práctica por el nuevo inquilino de la Casa Blanca parece trascender los intereses netamente económicos.
Imposición unilateral de nuevos aranceles, represalias de los países afectados e inicio de negociaciones entre las partes para buscar un equilibrio que implica su reducción es una historia que el mundo ya vivió entre 2018 y 2021.
Entonces, como ahora, la balanza comercial de EEUU con los tres países en cuestión era deficitaria, es decir que los estadounidenses compran más productos, y por montos mayores, de Canadá, México y China que lo que les venden.
Esos tres países son sus principales socios comerciales y los intercambios con ellos representan casi tanto como los que EEUU mantiene con el resto del mundo.
Ese comercio no es solo de consumo, sino también parte de las cadenas de suministro para las industrias y, además, incluye las inversiones exteriores y la producción de bienes terminados para el mercado local, como vehículos de marcas estadounidenses que se fabrican en México y se venden en EEUU.
En 2018, la guerra comercial desatada por Trump afectó prácticamente a medio mundo, desde los vecinos de EEUU hasta la Unión Europea, Rusia y China.
En 2020, los trabajos de los economistas internacionales constataron, entre otros efectos, que la subida de aranceles tiene pocos ganadores y muchos perdedores, especialmente todos los consumidores estadounidenses.
Además, las pérdidas de competitividad de las empresas de EEUU como resultado del encarecimiento de los insumos importados y de los precios de exportación se tradujeron en del empleo, creando incertidumbre sobre los trabajadores y provocando un cambio de expectativas de la demanda, es decir, menor consumo e inversión en el futuro.
La guerra comercial iniciada por Trump este año va acompañada de una severa política migratoria con miles de deportados y anuncios de expansionismo territorial que apuntan a Panamá y Groenlandia.
En ese marco, no es casual que precisamente ayer, luego de la visita del Secretario de Estado de EEUU a Panamá ese país decidiera no renovar el acuerdo de la Ruta de la Seda con China.
Así, es evidente que lo iniciado desde la Casa Blanca es un tira y afloja mundial que apunta a fortalecer el poder de EEUU en la geopolítica mundial en todos los planos y no solo el económico.