El reciclaje de la guerra sucia: Los mismos ataques, los mismos rostros, el mismo libreto
De un tiempo a esta parte, hemos visto desfilar a ciertos “adalides de la imparcialidad” y a los infaltables pseudoanalistas cuyo único propósito parece ser dinamitar la imagen de Manfred Reyes Villa, igual que en el 2002. Como si fuera un déjà vu, los mismos grupos de siempre—de ambos lados del espectro político—recurren a tiktokers, desentierran cadáveres políticos y los revisten con una moral tan cuestionable como las habilidades en economía del actual presidente de Bolivia. Esta vez, el elegido es un viejo conocido: Sergio Coca.
Este personaje, exhombre de confianza de uno de los alcaldes más desastrosos que ha tenido esta llajta, ha decidido asumir el papel de critico contra el favorito a la presidencia. Pero Coca no se conforma con atacar; no, él prefiere hacerlo envuelto en un disfraz de “imparcialidad” y “superioridad moral”, como si los cochabambinos hubiéramos desarrollado amnesia colectiva y hubiéramos olvidado su papel en la desastrosa gestión municipal de leyes.
Cabe preguntarse si Sergio Coca presentó su libreta de servicio militar mientras fue funcionario público. La Alcaldía debería investigar este asunto, ya que, según el artículo 234 de la Constitución, no contar con este requisito lo inhabilitaría para ejercer cargos públicos. Si la ley se aplicara con seriedad, Coca debería devolver hasta el último centavo que cobró como servidor del Estado. Pero claro, la coherencia nunca ha sido su fuerte.
Y si hablamos de su historial, basta recordar su brillante paso como secretario de asuntos jurídicos, donde su inacción o torpeza legal (o ambas) contribuyeron a que su íntimo amigo, Chaly Terceros, se librara de rendir cuentas por el escándalo del Hospital del Niño, esa gran cicatriz en el rostro de la ciudad.
Pero su verdadero momento de gloria llegó cuando, entre lágrimas y aspavientos, abandonó y luego traicionó a su ex amigo y ex jefe, el entonces alcalde José María Leyes. Primero, saltó del barco antes de que se hundiera; después, lo atacó con una saña digna de un guion de telenovela. La jugada le salió mal: terminó acusado de difamación y calumnia, y sus propios excompañeros lo señalaron por sus nexos con el MAS, en particular con el grupo Simón Bolívar.
Sergio Coca no solo reaparece como inquisidor moral contra Manfred Reyes Villa, sino que ahora cumple el rol de asesor político y jurídico de Daniela Cabrera, la concejal que, junto al bloque masista, intentó dar un golpe municipal para destituir al alcalde. Todo esto, según fuentes bien informadas, por órdenes de Samuel Doria Medina y Evo Morales, en una traición abierta al voto del pueblo cochabambino.
Además, Coca se ha hecho famoso por su descomunal capacidad para mentir y victimizarse. Un claro ejemplo fue cuando, en medio de un confuso movimiento policial cerca de su domicilio, corrió a denunciar un supuesto allanamiento en su contra, intentando presentarse como un perseguido político. Sin embargo, su teatro se vino abajo cuando las propias autoridades policiales desmintieron categóricamente que tal operativo hubiera ocurrido, dejándolo en evidencia como un farsante.
Pero su afán de aparecer como víctima no terminó ahí. En el escandaloso caso de las mochilas, Coca nuevamente intentó lavarse las manos y posar como un denunciante moral, cuando en realidad formó parte de la gestión que permitió ese vergonzoso hecho de corrupción. Su historial de engaños y manipulaciones solo demuestra que, lejos de ser un analista imparcial, es un operador político disfrazado.
La estrategia es la misma de siempre: disfrazar operadores políticos de “analistas imparciales”, contratar Tik Tokers disfrazarlos de “activistas independientes” o revivir a figuras desacreditadas para dinamitar a quienes representan una amenaza para ciertos intereses. Lo hicieron en 2002, lo intentaron en 2021 y así llegamos al 2025, donde la desesperación de ciertos grupos políticos por frenar a Reyes Villa los lleva a usar ducha estratagema y camuflar a sus operadores de “analistas políticos”, "activistas” o “críticos con superioridad moral”. Ayer fueron Luis Alberto Ruiz y Jorge Richter; hoy, el turno es de Sergio Coca. El denominador común siempre es el MAS. A este paso, solo falta que presenten a Héctor Arce o Juan Ramón de la Quintana como referentes de análisis político “objetivo” para completar este patético chiste que insulta la inteligencia del pueblo boliviano.
*El autor es el abogado constitucionalista
Columnas de Yarik Carlos Montan Gonzáles