Bolivia hacia el colapso de su sociedad
A primera vista, este título puede parecer dramático, rimbombante o incluso alarmista. Sin embargo, este texto propone examinar cinco factores clave identificados por Jared Diamond en su libro Colapso, como señales recurrentes del derrumbe de civilizaciones, aplicándolos al contexto boliviano. Estos factores son: el daño ambiental, el cambio climático, la hostilidad entre ciudadanos, la pérdida del comercio y, finalmente, la forma en que una sociedad responde a estos desafíos.
Durante 2024, Bolivia atravesó una de las crisis ecológicas más graves de su historia reciente. Los incendios forestales arrasaron más de 12 millones de hectáreas de bosques y pastizales, un 200% más que en 2023, posicionando al país como el segundo del mundo con mayor deforestación en zonas críticas, según datos del laboratorio GLAD de la Universidad de Maryland y del Observatorio Forestal Global del Instituto de Recursos Mundiales (WRI).
Las consecuencias de esta devastación son inmediatas y profundas: pérdida de biodiversidad, degradación de suelos, alteración de ciclos naturales y emisión masiva de gases de efecto invernadero. Pero más allá del daño ecológico, está surgiendo una peligrosa tensión entre regiones afectadas y otras zonas del país, alimentando un clima de hostilidad entre conciudadanos, marcado por reproches, disputas territoriales y percepciones de abandono o negligencia estatal.
Este ambiente de confrontación se intensifica con bloqueos de carreteras, marchas y protestas protagonizadas por diversos sectores, movilizados por la escasez de combustibles y el encarecimiento de la canasta básica. Se perfilan posibles enfrentamientos entre quienes participan en estas acciones, por convicción o necesidad, y otros sectores de la población que, contrarios a estos métodos, los ven como un obstáculo más que como una vía legítima para resolver los problemas estructurales del país.
La conflictividad social se entrelaza con una profunda contracción del comercio. La escasez de dólares en el mercado ha encarecido las importaciones, afectando especialmente a sectores sensibles como el farmacéutico. Esto comienza a paralizar la circulación de bienes, golpeando no solo a la economía formal, sino también a la vida cotidiana de miles de familias. En pocas palabras, se erosiona la base material de la convivencia.
A la luz de estos factores, Bolivia parece estar transitando un camino marcado por una peligrosa imprudencia. La convulsión social expresada en bloqueos con demandas poco claras o insostenibles amenaza con generar victorias pírricas: triunfos que no resuelven el fondo del problema y, en cambio, agudizan la fragmentación social, el desgaste institucional y el deterioro económico.
Diamond sostiene que las sociedades no colapsan únicamente por causas externas o estructurales, sino, sobre todo, por la forma en que responden a las crisis. Si Bolivia no logra reencauzar sus conflictos, proteger su medio ambiente, reconstruir la confianza interna y establecer un mínimo de acuerdos sociales, el colapso no será un estallido repentino, sino un proceso en marcha: silencioso, pero devastador.
El autor es politólogo
Columnas de VLADIMIR HUARACHI COPA