Jaime Paz Zamora: “Si Arce aprueba a Nicaragua, está dispuesto a hacer lo mismo en Bolivia”
Jaime Paz Zamora, expresidente y fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), a sus 82 años asegura que sigue en la actividad política, pero, aclara, “de una forma de hacer política no mirando a Bolivia desde el retrovisor, sino como la posibilidad de aportar un grano de arena al futuro de nuestro país”.
Desde El Picacho, su casa en Tarija, se mueve por el país y el exterior atendiendo diversas invitaciones justamente para hablar del tema que le apasiona: la democracia.
Y es desde El Picacho que atiende la llamada telefónica para hablar con Los Tiempos sobre la coyuntura política, los errores de Luis Arce, el papel de la oposición, los riesgos que corre la democracia y otros temas.
—¿Cómo ve este primer año de gobierno?, parece que el MAS no ha logrado consolidarse plenamente. Sigue con el discurso del “golpe de Estado”, “gobierno de facto”.
—El problema es que el MAS, con el Gobierno de Arce, ha perdido la gran oportunidad de crecer en los primeros días de haber asumido el poder. Todo el mundo tenía la expectativa de ver a un presidente pacificador, de conciliación, un presidente no de partido, sino de país. Un presidente preocupado de los grandes temas de la nación. Sin embargo, resultó un masista más y de los fanáticos con obsesiones y fantasmas en su cabeza que comparte con el resto de su partido sobre “el golpe” y todo el discurso que viene repitiendo el partido de Gobierno.
Todo eso es muy lamentable porque se está perdiendo una gran oportunidad para que el país se reconcilie consigo mismo y tome un camino que todos los bolivianos quisiéramos, el del progreso y el desarrollo.
—¿Cree que en algún momento el Presidente cambie de actitud?
—Ojalá que los últimos conflictos lo hagan reflexionar. Creo que todavía tiene la oportunidad de hacer un viraje, de entrar en razón y llevar su Gobierno por un camino totalmente diferente.
—¿Qué piensa del vicepresidente David Choquehuanca? Inicialmente tuvo un discurso conciliador, pacifista...
—Yo creo que hay dos Choquehuancas. Uno que trata de hacer una pantalla de reflexión aymarista y otro es la persona de choque, el masista que se ha manifestado en los últimos conflictos.
—La oposición observa con frecuencia una injerencia de Evo Morales en el Gobierno de Arce. ¿Piensa usted que el expresidente interviene en las decisiones del actual mandatario?
—En realidad, el que gobierna Bolivia es Evo Morales. Pero eso los hemos sabido los primeros días de Gobierno con la actitud que mostró el presidente Arce.
Resulta que Morales está ahí, hablando de los guerreros y la revolución. Mezclando un lenguaje caduco y a la vez muy agresivo. ¿Qué piensa Morales?, ¿llevarnos a una guerra entre nosotros?
Eso es lamentable y refuerza la imagen deteriorada de este Gobierno.
—Sobre el rol de la oposición, pese a su férreo discurso de cuestionar permanentemente las medidas de Arce, parece que en los hechos su presencia en la Asamblea no da frutos.
—Pero qué se puede esperar, tenemos una Asamblea que es una pantalla. En realidad no es un Parlamento; estamos gastando un presupuesto inmenso que para lo único que sirve es para recibir los papeles que manda el ejecutivo, aprobarlos plenamente y devolverlos.
Los males comenzaron antes de la posesión de Arce y Choquehuanca, cuando se suprimió el concepto con el que cualquier parlamento del mundo funciona : el mecanismo de los dos tercios. Es decir que hay ciertas leyes, cierto tipo de aprobaciones que se tienen que hacer por dos tercios.
Precisamente los últimos conflictos que ha tenido el país son a causa del “paquetazo de leyes” aprobado por el MAS, solamente por la mayoría que tiene este partido en la Asamblea.
Me da un poco de pena ver a la oposición sin poder hacer nada. A no ser dar discurso pero sin capacidad de incidir en lo que la Asamblea decida.
Los asambleístas, los más inquietos, se ven obligados a salir fuera del hemiciclo parlamentario y a través de los medios informar lo que pasa adentro, sino el país ni se entera.
—¿Qué capacidad cree que tenga la oposición para convocar a sus bases y a partir de ello lograr que el Gobierno la tome en cuenta?
—No se olvide que hubo 15 años de una especie de demolición del sistema de partidos políticos. En este momento en realidad no hay una oposición organizada. Evo Morales se dedicó a desarticular a toda organización política, empezando por quitarle la personería jurídica al MIR, por ejemplo.
Es un trabajo que se tiene que hacer desde muy abajo para que democráticamente funcione un sistema de partidos que pueda convertirse en pilar del funcionamiento de las instituciones.
Esa es la gran tarea que queda planteada para la oposición.
—Saliendo del tema coyuntural, en octubre Bolivia celebró un aniversario más de la recuperación de la democracia. Como uno de los protagonistas de ese histórico acontecimiento, ¿qué opina del desarrollo democrático en el país luego de 39 años?
—Lo primero que tengo que decir es que no hubo recuperación de la democracia. Lo que hicimos nosotros en 1982 es la instauración de la democracia en Bolivia, en un país que desde la fundación de la República nunca pudo funcionar el sistema democrático.
Teóricamente, era una República que funcionaba democráticamente; sin embargo, estábamos con el modelo boliviano del golpismo civil-militar que es el que cubre casi toda nuestra historia con pequeños intervalos donde se intenta instaurar una república democrática, pero sin mucho éxito.
El gran valor del 10 de octubre de 1982 es que se instaura la democracia republicana y a pesar de los problemas que tenemos hoy, es el primer periodo en el que los bolivianos intentan hacer funcionar este sistema. Ojalá no se frustre, somos la primera generación que vivimos este desafío.
Nuestros padres, nuestros abuelos, no vivieron en un sistema democrático. Por eso conmueve ver al presidente Arce felicitar al Gobierno de Nicaragua después del fraude, los apresamientos y las violaciones a derechos humanos que hizo Ortega en ese país.
¿Eso qué significa? Que los aprueba. Y si lo aprueba significa que puede hacerlo también en Bolivia.
—¿Entonces usted cree que peligra la democracia en Bolivia?
—Claro que sí. Al quitar los dos tercios, el Gobierno ya está controlando el Órgano Legislativo. Al judicial ya los controla el Ejecutivo y a los fiscales también.
Con las recientes leyes, busca controlar las Fuerzas Armadas y Policía. Todo ese camino va en función de instaurar un régimen autoritario, una dictadura. Esa es la única verdad.
—¿Qué les queda a los bolivianos ante este panorama bastante sombrío?
—Organizarse y no perder la fe. Reafirmar el compromiso democrático para reconstituir un sistema moderno de partidos políticos que puedan ser el sostén de una democracia plena.