Propuestas: Ven la economía verde y control social como alternativas al extractivismo
El modelo económico boliviano se ha caracterizado por el extractivismo masivo de materias primas exportadas con poco o ningún valor agregado. Éste no es un fenómeno exclusivo del gobierno del MAS, pues se ha repetido a lo largo de la historia; sin embargo, en los últimos años se ha intensificado con un conjunto de políticas orientadas en este sentido.
Para salir de este modelo que parece ser un círculo vicioso hará falta apostar por actividades menos dañinas con el medioambiente y la sociedad, como la “economía verde” que, según Naciones Unidas, resulta en el bienestar humano reduciendo los riesgos ambientales.
Así también es necesario fortalecer el control social para evitar abusos y vulneración de nor-mas. Estos son algunos aspectos señalados por los expositores de un coloquio organizado por la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), titulado: “Estrategias para salir del extractivis-mo”.
En el mismo, la senadora de oposición Cecilia Requena señaló que en el turismo es una “buena oportunidad” para generar ingresos y empleos evitando daños como los que ocasiona la minería, la agricultura mecanizada y la extracción de hidrocarburos.
Añadió que en Bolivia se puede apostar por la generación de energías renovables y sostenibles, y por las “economías bioregionalmente adaptadas”, como la producción de almendra, café, cacao, y otros frutos del bosque.
“Asimismo, tenemos que abrirnos al mundo de las finanzas sostenibles, que son mucho más que los cuestionados bonos de carbono. El extractivismo se financia, pero no está ocurriendo lo mismo con la conservación. Se pueden financiar políticas públicas de desarrollo sostenible, regenerativo”, declaró Requena.
El investigador Pablo Solón indicó que una estrategia para salir del extractivismo debería contemplar la aplicación de avaluaciones de impacto ambiental independientes, consultas previas libres, informadas y bajo parámetros internacionales, y fuertes mecanismos de control social.
“No creo que salgamos del extractivismo con mayor inversión privada y menos participación del Estado. El problema, es que el Estado utilizó los recursos del extractivismo con fines políticos y de permanencia en el poder”, dijo Solón.
En su criterio, el control estatal sobre los recursos naturales no es negativo, pero sí la carencia de un contrapeso, de un control social que fiscalice el manejo discrecional que se hace de éstos para “comprar conciencias” con fines político partidarios.
Escaso valor agregado.
El director del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), Óscar Campanini, explicó que, si bien bajo las estadísticas oficiales el 51 por ciento de las exportaciones son “manu-facturas”, en realidad más de un 80 por ciento de estas manufacturas son productos de bajo valor agregado como el oro metálico, derivados de la soya, estaño, plata, carne de res, o derivados de girasol (ver infografía).
Para Requena, “el problema es que no hay una sola política de desarrollo sostenible, las principales políticas públicas están en contramarcha”, en cuanto a energía, hidrocarburos, minería, agropecuaria, industria, etc.
El “boom económico” generado por los hidrocarburos y la minería (aurífera principalmente) promovieron la aceptación de un modelo que tiene fin y que genera daños irreparables.
Para la senadora de oposición, la economía debería considerar la sostenibilidad de los recursos naturales.
¿Qué se entiende por extractivismo?
De acuerdo al investigador Pablo Solón, este concepto tiene al menos cinco características: Extracción masiva de recursos para exportar. Bajo procesamiento de dichos recursos. Subordinación a las cadenas de valro controladas por las transnacionales que controlan los insumos, la tecnología, y los mercados. Altos impactos sociales y ambientales, con zonas de sacrificio. Construcción de una ideología e institucioanlidad para justificar el extractivismo.
En Bolivia se tiene un “extractivismo populista” promovido por el Estado que utiliza parte de las ganancias para satisfacer las necesidades de la sociedad y otra para “comprar conciencias”, según Solón.
Un cambio se debería abordar desde distintas esferas, no sólo la económica.