Narcos en Bolivia
Crímenes, secuestros, poder, ajuste de cuentas, política y escándalos son sólo algunas de las secuelas que deja el crimen organizado del narcotráfico y el tráfico de cocaína, hoy uno de los negocios ilícitos más rentables del mundo, a través de los cárteles de la droga incrustados en los países.
Especialistas aseguran que en Bolivia no hay presencia de cárteles, porque el país es más “proveedor de servicios” al narcotráfico internacional.
En Bolivia se encuentra materia prima para la droga, se produce la droga y hay organizaciones que facilitan su salida. Los sicarios del narcotráfico consiguen documentación “legal” para circular libremente por el país y hay un sistema de corrupción en el aparato estatal que permite que fluyan con facilidad todos los delitos ligados al tráfico de drogas.
Un claro ejemplo es lo que pasó con el narco uruguayo Sebastián Marset, que operó en Bolivia con absoluta impunidad.
La madrugada del pasado jueves, un hombre fue asesinado en Santa Ana del Yacuma, Beni. El cuerpo presentaba varios disparos de arma de fuego y tenía una nota escrita: “Vamos por ti, Misael, por sapo”. Estos son los métodos más violentos con los que opera el mundo criminal del tráfico de droga y ahora está ocurriendo en Bolivia.
Para la experta en criminología y justicia criminal Gabriela Reyes, los inicios del crimen organizado, ligado al narcotráfico en Bolivia, datan de la década de los 70.
Bolivia sin cárteles
En los últimos tiempos, en Bolivia, sostiene Reyes, no se han dado los casos de los grandes cárteles, como en México o Colombia, porque el modelo de negocio ilícito es diferente. El país se caracteriza por ser proveedor de servicios, dice.
Organizaciones criminales grandes, como El Primer Comando de la Capital (PCC) o el Comando Vermelho, o los cárteles de México, que estarían operando en Bolivia, vienen al país a contratar servicios terciarizados, es decir, aquí contratan a clanes, por ejemplo, el clan Lima-Lobo que les daba a los narcos todo el servicio de provisión de la cocaína, según Reyes.
Hay clanes, afirma, que se dedican específicamente a lo que se llama asegurar la subida y la bajada de la droga. Esta gente tiene aviones, tiene pilotos y logra mover sus avionetas sin que sean detectados, la mayoría de las veces. Y logran pasar de un país a otro, generalmente hasta la frontera, la cocaína, sostiene.
Lavado
Reyes dice que también hay otro tipo de servicios vinculados al lavado de dinero. “En Bolivia hay gente que maneja el negocio, no necesariamente conforma un cártel o una organización criminal trasnacional, como las que hay en México, Colombia o en Brasil, porque este es el modelo de negocio ilícito vinculado al narcotráfico. Es así cómo ha estado funcionando y ha estado funcionando bien”, asegura.
En consecuencia, enfatiza Reyes, no hay necesidad de conformar cárteles. “Uno puede ir viendo qué tipo de ‘servicios’ se ofrecen en Bolivia por las cosas que van pasando, la facilidad de obtener, por ejemplo, cédulas de identidad, con identidades falsas que hace que muchos brasileños del PCC vengan a instalarse aquí una vez que escapan de su país, teniendo delitos pendientes con la justicia.