El Bayer y la redención del "Neverkusen"
La última vez que el Bayer Leverkusen disputó una final europea, en 2002, en el mundo se vivían tiempos de cambio.
Estados Unidos había sido víctima meses atrás del mayor atentado terrorista de su historia, el euro acababa de entrar en circulación en España y apenas faltaba un año para que diera comienzo la guerra de Irak.
Sin embargo, había una máxima que seguía inmutable y que, de hecho, iba a experimentar el momento más álgido de su vigencia: la leyenda del "Neverkusen".
El equipo dirigido entonces por Klaus Toppmöller desde el banquillo y Michael Ballack desde el césped estaba en disposición de conseguir un triplete histórico.
Marchaba líder de la Bundesliga con cinco puntos de ventaja sobre el Borussia Dortmund a falta de tres jornadas, iba a disputar la final de la Copa de Alemania contra el Schalke 04 y había alcanzado lo que ya era un logro: clasificarse para la final de la Liga de Campeones frente al Real Madrid tras eliminar, de manera heroica, al Manchester United en semifinales.
Pero entonces todo se desmoronó. En las últimas tres fechas del campeonato liguero, el Bayer Leverkusen cayó derrotado consecutivamente ante el Werder Bremen en casa y frente al Núremberg a domicilio, siendo superado por un Dortmund que ya no cedería el liderato.
En la final de la Pokal, los de negro y rojo sucumbirían ante el Schalke 04 por 4 a 2 en el Estadio Olímpico de Berlín, en un duelo al que también llegaban como favoritos.
Y como remate a tan aciaga temporada, al club de la aspirina todavía le daría tiempo a caer en la final de las finales. En el Estadio Hampden Park de Glasgow, los alemanes se veían las caras ante el Real Madrid y acabarían siendo víctimas de la inmortal volea de Zidane.
No era la primera ocasión que el Bayer Leverkusen experimentaba en sus carnes un desenlace tan trágico. Apenas dos años antes, en el 2000, el Leverkusen tuvo nuevamente el título de la Bundesliga en la mano, pero se le acabó escapando, en favor del Bayern Múnich y por golaverage -hubo empate a 73 puntos entre ambos equipos-, tras caer por 2 a 0 en la última jornada ante el Unterhaching, cuando le valía el empate.
Dos temporadas que resumen el triste idilio que históricamente había vivido el Leverkusen con los grandes títulos: el que le había valido la etiqueta del "Neverkusen" -hasta cinco subcampeonatos de liga acumulaba-.
Hasta ahora, su palmarés se reducía únicamente a la Copa de la UEFA conquistada ante el Espanyol de Javier Clemente en 1988 y a la Copa de Alemania obtenida ante el Hertha de Berlín en 1993.
Sin embargo, todo ese mal fario se ha visto borrado de la historia de un plumazo. De la mano de Xabi Alonso en el banquillo y el despunte de jugadores como Florian Wirtz, Victor Boniface o Alejandro Grimaldo, el cuadro negro y rojo transita por una senda imparable en la mejor temporada de sus 120 años de existencia.
De momento, ya se ha embolsado la primera Bundesliga de su historia y vuelve a tener por delante la posibilidad, como en 2002, de obtener un triplete, del que solo le separan sendas finales, de Liga Europa y Copa de Alemania, ante el Atalanta y el Kaiserslautern.
En medio, el equipo sigue batiendo todos los récords de imbatibilidad. Todavía está invicto tras haber disputado 51 duelos entre todas la competiciones en esta temporada.
Solo le quedan dos partidos para poner el cierre a este ya sempiterno curso. Mañana tiene el primero para volver a tocar plata y alcanzar la redención, definitivamente, de la infausta leyenda del "Neverkusen".