Hagi: el "Maradona de los Cárpatos", el ascenso de Rumanía y el reconocimiento tardío
Antes de Gheorghe Hagi, la selección de Rumanía nunca había jugado una Eurocopa. Cuando el llamado "Maradona de los Cárpatos" colgó las botas, el combinado de la Europa del Este atesoraba tres participaciones en el máximo torneo continental de selecciones y el gran capitán de la "Tricolorii" pudo disfrutar del reconocimiento que su trayectoria merecía.
Tras hacerse un nombre en el Farul Constanța y el Sportul Studențesc rumanos, Hagi debutaría con la selección tricolor de la mano del histórico entrenador Mircea Lucescu, en la fase de clasificación para la Eurocopa de 1984, en Francia.
Tras sobrevivir al partido definitivo en Checoslovaquia, Rumanía se presentó en territorio galo dispuesto a medir su nivel ante las mejores selecciones del continente, con el media punta ya consolidado como uno de los titulares del combinado.
Su aventura en el torneo, desafortunadamente para él, acabó pronto. Tras estrenarse con un inesperado empate a uno ante España, con goles del "Lobo" Carrasco de penalti y László Bölöni -la entonces estrella rumana-, el conjunto de Lucescu sufrió sendas derrotas en dos partidos muy apretados ante Alemania y Portugal que la condenarían a la prematura eliminación.
Hagi, sustituido al descanso en el duelo contra los teutones, no llegaría a participar en el choque definitivo.
Su carrera entró en un momento de contradicción: a pesar de sus éxitos individuales y de los clubes rumanos -el Steaua de Bucarest llegaría a ganar una Copa de Europa y clasificarse para una segunda final, en la segunda con Hagi como figura-, la selección se adentró en un momento de zozobra que le dejaría fuera de las dos Eurocopas siguientes.
En la primera, un inexplicable empate en la última jornada ante Austria, que nada se jugaba, dejó fuera a la selección de Hagi del campeonato del 88 en Alemania en favor de España. En la segunda, un empate en la fecha final ante Bulgaria, que tampoco tenía opciones de meterse en la fase final, y la clasificación para Escocia a la competición que se disputaría en Suecia.
Curiosamente, fue en aquellos años de frustración en las Eurocopas en los que "Gica" Hagi, ya bautizado como el "Maradona de los Cárpatos", alcanzó su plenitud futbolística.
Después de despuntar como uno de los mejores centrocampistas del Viejo Continente y conducir, en medio, a Rumanía a su primer Mundial en 20 años -Italia 90-, Hagi fichó por el Real Madrid.
Sin embargo, su paso por la capital de España no fue del todo exitoso y fue una etapa en el Brescia, con estancia en la Serie B italiana incluido, lo que le relanzó a la primera línea.
Tras un buen Mundial del 94, con clasificación para cuartos incluida, Rumanía había alcanzado su máximo nivel, con jugadores de la talla de Popescu, Petrescu o Belodedici, y estaba dispuesta a exportar la actuación en la competición europea.
Después de 12 años, el conjunto tricolor volvía a la escena europea con fuerzas renovadas, pero de nuevo acabó en decepción. Encuadrada en un grupo durísimo con Francia, España y Bulgaria, los rumanos cosecharon tres derrotas por la mínima que la dejaron última del cuadro.
Ese mismo verano, Hagi dejó el Barcelona, en el que jugó dos años, y fichó por el club en el que haría cumbre: el Galatasaray.
En Turquía cosechó numerosos títulos: el último de ellos, una Copa de la UEFA -único título europeo conquistado por un conjunto otomano-.
De postre, llevaría a Rumanía a su mejor puesto en un campeonato continental, aunque con final amargo para él. En la Eurocopa del 2000 de Países Bajos y Bélgica, la fortuna volvía a deparar a Rumanía un grupo muy exigente con Alemania, Portugal e Inglaterra, pero esta vez salió cara.
Tras un empate en el debut contra Alemania, una derrota ante los lusos dejaba contra las cuerdas a Rumanía. Pero una victoria con un penalti in extremis ante Inglaterra por 3-2, en la que no participó Hagi, sancionado por acumulación de amarillas, abría el horizonte para la fase final.
En cuartos, sin nada que perder, Rumanía dio el tipo ante Italia, pero acabó sucumbiendo a la maestría de Totti e Inzaghi. Gica Hagi, frustrado, acabó expulsado por roja directa tras un feo pisotón al tobillo de Antonio Conte. Fue su última aparición con una camiseta a la que aportó más de lo que recibió, pero con la que también, aunque tardío, recibió su reconocimiento.