El cuento de hadas francés se desvanece en la final
Los resultados tapan todas las carencias y Francia llegó a la final del Mundial con muchas. En el duelo definitivo volvió a aferrarse hasta el último momento al genio de su estrella, Kylian Mbappé, que le sirvió para forzar la tanda de penaltis. Pero, esta vez, no fue suficiente.
Francia dibujó en la final un resumen de lo que fue su Mundial, un juego con muchos problemas y una pegada de fuego. Pero a diferencia de los partidos que le habían conducido hasta el último partido, esta vez la suerte le fue esquiva.
Durante más de 80 minutos ,Francia fue una de las peores finalistas que se recuerda. Salieron a la luz todos los problemas que venía arrastrando. Pero aferrado al genio de Mbappé, se enchufó al partido y forzó la tanda de penaltis.
Francia se plantó en la final confiado en su suerte. Demasiado. Deschamps, el hombre que aspiraba a su tercer Mundial, el segundo como entrenador, siguió el plan marcado, ajeno a las señales de alarma que llegaban de todos los lados.
El seleccionador mantuvo su fe ciega en esa “alquimia de experiencia y juventud” que frente a la Argentina de Messi naufragó.
La suerte, ésa que dicen que tiene Deschamps pegada a su destino, esta vez le dio la espalda.
El cuento de hadas saltaba por los aíres atropellado por la realidad. A la Francia que presumía de haber alcanzado cuatro de las últimas siete finales, le aparecieron todos los fantasmas cuando postulaba a la historia.
Asomado a la leyenda, vio un precipicio que maniató a sus jugadores, encogió las piernas e hizo temblar los espíritus. Todas las carencias aparecieron de golpe a la vista del segundo Mundial consecutivo, una gesta que sólo dos naciones han logrado en la historia: Italia en los años 30 y Brasil en los 60. El sueño había durado demasiado.