Federer dice adiós y deja huérfano al tenis mundial
Y Federer se fue. El día que el deporte no quería que llegase y para el que el tenis no estaba preparado aterrizó como un mazazo emocional sobre el suizo Rafael Nadal y todo aquel que haya disfrutado con este deporte. El suizo se fue, se despidió, el maestro colgó la raqueta y deja huérfano al tenis. Nunca habrá otro como él.
Con Novak Djokovic aconsejándoles en los cambios; con las lágrimas de Lynette, la madre de Federer; con la mirada de Rod Laver en la grada; la ayuda de Stefan Edberg, y con el último toque de magia del mago de Basilea, que coló una pelota por el hueco entre la red y el palo que la sujeta, el telón se bajó para la obra de arte que comenzó cuando en Basilea alguien decidió que el pequeño Federer empuñase una raqueta.
El suizo se despidió del tenis en una de las casas que ha ido dejando a lo largo de sus 24 años de carrera, esa en la que conquistó ocho Wimbledon, más que cualquier otro hombre en la historia, y en la que coronó dos Copas de Maestro.
Esta vez el premio no era un título, el O2 agotó las 20 mil entradas disponibles para celebrar el adiós del suizo. Mientras la grada se cubría de azul y rojo, los colores de Europa y del Resto del Mundo en la Laver, amanecieron las primeras lágrimas.
Los mensajes se descubrían: “No te vayas”, “No te retires nunca”, “El tenis no será lo mismo sin ti”. La melancolía, la tristeza, el amor a un tenista único se fundían en un escenario bucólico en el que lo que menos importaba era el resultado.
Desde que Federer, con 13 años, dejó a un lado el fútbol para centrarse en el tenis, hasta este 23 de septiembre en Londres han pasado mil historias, cientos y cientos de imágenes que han compuesto el imaginario tenístico de toda una generación y de todos aquellos que crecieron creyendo que podían imitar los tiros imposibles de un chico de Basilea que arreaba derechas y dibujaba reveses como si dios le hubiera concedido un don especial para ello.
Federer, cuya primera raqueta estaba hecha de madera, terminó abrazando uno por uno a los miembros de su equipo, entre los que se encontraban miembros imprescindibles de su carrera, como Andy Murray, Djokovic, Nadal y Borg, uno de sus ídolos de su infancia.
Muy emocionado, el suizo terminó a lágrima viva en la pista de Londres y coreado con un continuo “¡Roger, Roger!”.
“Hemos conseguido pasar esto de alguna manera”, dijo Federer a pie de pista, acompañado por Jim Courier.
“Ha sido una día maravilloso. Estoy feliz, no triste. He disfrutado de ponerme mis zapatillas una última vez. He tenido a mis amigos aquí, mi familia, a compañeros... Estoy muy contento de haber jugado el partido”, añadió el helvético, que no paró de llorar en toda la ceremonia de despedida.
“Nunca hubiera esperado todo esto. Yo sólo quería jugar al tenis. Ha sido perfecto, lo haría de nuevo. Mi final ha sido como lo deseaba”.
“Jugar con Rafael y tener aquí a todos estos grandes, a todas estas leyendas... ¡gracias!”, dijo Federer y añadió que había “disfrutado mucho” con todos esos rituales prepartido, pese a saber que no estaba en gran forma.
Federer se despide con una derrota
El tenista suizo Roger Federer puso punto final a su brillantísima carrera con una derrota en el dobles de la Laver Cup, haciendo pareja junto al español Rafael Nadal, ante los estadounidenses Jack Sock y Frances Tiafoe por 4-6, 7-6 (7/2) y 11-9.
Federer tuvo un servicio en el “super tie break” para haberse despedido con una victoria, pero lo más importante era el homenaje al tenista de 41 años y 20 títulos del Grand Slam.
Quizá la despedida no fue la soñada por Federer y Nadal, que en el circuito se conocen con el acrónimo “Fedal”, al no haberse despedido con la victoria.