Sergio López-Rivera, el español nominado al Óscar por maquillar a Viola Davis
Javier Romualdo - Los Ángeles
La historia de Sergio López-Rivera, el español nominado al Óscar a mejor maquillaje por "Ma Rainey's Black Bottom", no es la habitual de alguien que llega a Los Ángeles persiguiendo el éxito. Nunca imaginó que sería maquillador profesional y mucho menos que este domingo podría ganar un Óscar.
"Si hubiera tenido ese objetivo yo creo que me habría frustrado mucho antes, empiezas a rechazar trabajos que deberías aceptar", explica a Efe este cántabro durante una videollamada desde su residencia en el sur de California (EEUU).
Allí llegó con 19 años sin tener ni idea de lo que le depararía el destino en la segunda metrópolis más grande de Estados Unidos, que daba la circunstancia de que también es la meca del cine.
"Me han escrito mucho estos días y eso me ha hecho pensar en el pasado. Es un poco surrealista pensar que estoy en este momento. Es difícil de encajar, pero mi llegada fue la de un chico sin miedo, con unas ganas tremendas de estar aquí. Me busqué la vida como pude, trabajé en una heladería, en una tintorería, he sido chófer... hice de todo", recuerda López-Rivera (1967).
Y en ese "de todo" fue sumando experiencias hasta colaborar con una de las mayores actrices de Hollywood, Viola Davis, en una película de un gigante como Netfix y figurar en la lista de los seleccionados por la Academia de Hollywood.
A los logros se suman las victorias recientes en los Bafta y los premios del sindicato de maquilladores, que sitúan al español y su equipo como favoritos indiscutibles para el premio.
VIOLA DAVIS: MUSA Y AMIGA
Si por algo ha destacado la casi teatral "Ma Rainey's Black Bottom" es por su ambientación en el Chicago de 1927, escenario desde el que se retratan los ensayos de la cantante afroamericana Ma Rainey, conocida como la 'Madre del Blues', una de las primeras artistas que grabó su música acompañada de orquesta.
Cuando el papel llegó a Davis, nominada también a mejor actriz, no dudó en contactar a López-Rivera para confiarle el reto de recrear la apariencia de una mujer que únicamente fue retratada en siete fotografías, solo una de ellas en plano corto.
"Averiguamos que era una mujer muy gorda, que sudaba en exceso, que tenía muchos dientes de oro y que era considerada la persona más fea de la industria musical", detalla.
Lopez-Rivera describe el trabajo del maquillador de una manera muy parecida a la que un intérprete prepara su personaje: tiene que construir su psicología para tomar decisiones artísticas que surjan del mismo personaje.
Y así, él y Davis se pusieron manos a la obra con la ventaja de que les unía una amistad forjada en la serie "How to Get Away with Murder" (2014-2020).
"Yo leía unas cosas y Viola (Davis) me pasaba otras, una vez me mandó un párrafo de un libro que incluía una descripción física de Ma Rainey que decía que sudaba tanto por el calor de los focos que parecía que estaba bañada en oro -narra-. Ese tipo de cosas tan específicas me encantan".
El español se deshace en halagos hacia la actriz, con la que ha ligado su futuro profesional en tres proyectos, uno de los cuales versará sobre la ex primera dama Michelle Obama.
"Generalmente hay que cuidar la vanidad de un actor. Pero Viola insiste en ser específica, si hay que ser fea y gorda, quiere ser la más fea y la más gorda", indica con rotundidad.
De hecho, López-Rivera recuerda que los diseños resultaron tan "grotescos" que Denzel Washington, el productor de la cinta, se quedó sin palabras la primera vez que vio a la actriz. "De eso me enteré después", aclara entre risas.
"HOLYWOOD ES FRÁGIL Y FÁCIL"
Nada de esto habría sucedido si al cántabro no le hubieran cancelado el rodaje de otra serie con la que se comprometió. De hecho, fue él quien llamó de nuevo a los productores del filme para decir que estaba libre, por si aún seguía la plaza vacante. "Así de frágil y de fácil es Hollywood", describe.
Como dice el dicho, estar en el momento adecuado y en el lugar adecuado. Pero que te pille preparado y, a ser posible, con talento.
Puede que a López-Rivera nunca le interesaran los trofeos, pero afirma que siempre sintió pasión por el maquillaje. En Santander tuvo de musas a su madre y hermanas, mientras que en Los Ángeles, entre oficio y oficio, maquillaba y tomaba sesiones de fotos a sus amigos por pura inquietud artística.
La inercia llevó a que se introdujera en la industria audiovisual como asistente, hasta que una amiga le invitó a que se dedicara profesionalmente al maquillaje y se apuntó a una escuela. "Tenía necesidad de saber si yo valía para algo". Ahora, con Óscar o sin Óscar, eso ya lo tiene claro.