Cine. Martin Scorsese y las muertes de la tribu Osage
PATRICIO FERRO Tomado de Oscarologo.com.ar
Los asesinos de la luna es la última película del ganador del Oscar Martin Scorsese, quien por primera vez trabaja de manera conjunta con sus dos actores fetiche, Leonardo DiCaprio y Rober DeNiro. Y completan el elenco Lily Gladstone, Jesse Plemons, Scott Shepherd, John Lithgow y el reciente ganador del Oscar Brendan Fraser, entre otros.
Con un guión basado en la novela de non fiction de David Grann, que da origen al título, cuenta cómo diferentes miembros de la tribu Osage son asesinados en Fairfax, un pueblo de Oklahoma, luego del descubrimiento de petróleo en sus tierras. Donde también vive el terrateniente William Hale (De Niro), que manipula a todo el pueblo, pero especialmente a su sobrino Ernest (DiCaprio), a cometer dichos crímenes para quedarse con la posesión de esas tierras de manera legal.
Lo que termina en una de las primeras investigaciones del FBI. En primer lugar, es necesario destacar que Martin Scorsese repite las mismas decisiones de puesta en escena que en “El irlandés” (The Irishman, 2019), que se caracteriza por la austeridad de las escenas de violencia, explosiva y liberadora de tensión, como siempre, pero menos explícita y desaforada, ya que se muestra en planos generales, y corta en seguida para pasar a otra escena.
Lo que concuerda con las actuaciones del trío protagónico, en las que cada contiene su comportamiento a su manera frente a los demás, en una sociedad regida por el puritanismo, en la que parece existir un acuerdo tácito de no expresar las emociones en público, para disimular un racismo que se manifiesta en privado.
Es por eso que el Ernest Burkhart de Leonardo DiCaprio lleva constantemente el seño fruncido y los labios apretados, conteniendo su bronca, aun en los momentos en los que le expresa su cariño a Mollie (Gladstone), cuya falta de expresión oculta la imposibilidad de elaborar el duelo por la muerte de sus familiares. Y el William Hale de Robert De Niro oculta su ambición desmedida detrás de su carisma, utilizado para manipular a los demás con impunidad.
Un párrafo aparte merecen los rubros técnicos, entre los que vuelve a trabajar con muchos m i e m b r o s de su equipo, como Thelma Schoonmaker en el montaje, que hace su característico efecto de movimiento rápido de cámara para cambiar los planos, generando una mayor fluidez en las escenas.
O la dirección de fotografía a cargo de Rodrigo Prieto, que consigue escenas de gran espectáculo, sacando provecho tanto de los paisajes rurales como el diseño de producción, a cargo de Jack Fist, quien reconstruye este pueblo que experimenta la confrontación entre el progreso económico y tecnológico y la tradición ancestral.
En conclusión, con Los asesinos de la luna Martin Scorsese fusiona el thriller con el western para abordar un tema tabú de la historia norteamericana. Mostrando, al igual que “Danza con lobos” (Dance with wolves, Kevin Costner 1990) el genocidio de los pueblos originarios, a la manera de su director, que pone en evidencia cómo la ambición de un personaje lo lleva a pecar hasta las últimas consecuencias, para tocar fondo y buscar la redención.